Restaurarnos entre todos

Foto: Cuartoscuro

Siempre he admirado a quienes cocina para otros, porque me parece un acto de generosidad que no tiene comparación. Para aquellos que nos gusta comer, aunque se debe hacer con moderación, entrar en contacto con los que tienen el don de preparar alimentos es un privilegio.

Desde la cocina de nuestros hogares, hasta los sitios de mayor fama, pasando por las delicias de fondas, taquerías y establecimientos de tradición, preparar comida en México es también un acto de amor que se reproduce en millones de lugares todos los días.

El origen de la palabra “restaurante” es precisamente el verbo restaurar y definió a los espacios en los que los viajeros podían sentarse, comer y descansar, para poder seguir adelante.

El sentido de miles de restaurantes no ha cambiado mucho, son sitios en donde podemos hablar, convivir, festejar y recuperarnos de los sinsabores de la vida. La atención y el buen servicio han convertido a nuestro país en uno de los más hospitalarios del mundo y a su industria como una de las mejores a nivel internacional, sin dejar de añadir que la comida mexicana es patrimonio de la humanidad.

La pandemia ha sido devastadora con este sector de la economía, particularmente con los pequeños y medianos negocios de comida. Su esfuerzo y creatividad han mantenido a flote a muchos, pero otros cerraron para siempre. No es una condición especial en la República, ha sido una afectación global.

Durante muchos años he tenido la felicidad de conocer a muchos destacados miembros del gremio restaurantero, a varios los considero mis amigos, como al fallecido Marco Buendía, presidente de la Canirac en la Ciudad de México. Su presidente nacional, el extraordinario Francisco A. Fernández Alonso, ha trabajado de manera incansable para que esta emergencia no perjudique de más a uno de los motores de la economía y del empleo.

Ahora Germán González Bernal, otro brillante y experimentado restaurantero, podría encabezar el resurgimiento de su sector, vital para el futuro de nuestra economía. Por nuestro bien, espero que entre todos, empresarios y comensales, lo logremos.

PUBLICIDAD

Hoy los restaurantes han podido trabajar en condiciones más benévolas en medio de la crisis sanitaria y ya pueden atender en sus terrazas e interiores con una capacidad limitada. Ver sus espacios con clientes es una señal de esperanza.

Como ciudadanos podemos ayudar mucho a que todos los negocios que nos dan de comer sigan abiertos y solo debemos hacer lo que además nos gusta: ir a ellos y ordenar de su carta. Claro, con las medidas sanitarias correspondientes.

Una industria de la restauración sólida, sana, es indispensable para el desarrollo de cualquier comunidad. Ejemplos de jóvenes chefs y de emprendedores en el gremio sobran, porque somos un país bendecido con la mejor cocina de la Tierra y con las y los mejores cocineros, meseros, capitanes, garroteros, repartidores y propietarios.

Comer es una forma de restaurarnos entre todos. Del cuerpo al alma. Hagamos lo que nos toca para regresar a esa experiencia tan nuestra de compartir la mesa.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

Tags

Lo Último