El vocablo dicha, proveniente del verbo decir, significa «las cosas que se dijeron», pero también «felicidad, buena suerte». Los romanos creían que la felicidad dependía de algunas palabras que los dioses pronunciaban en el momento del nacimiento de una criatura, de tal manera que el destino quedaba trazado en la dicta ‘la cosa dicha’.
Esta antigua creencia romana está también en el origen de la palabra hado ‘destino’, que proviene de fatum, participio pasivo de fari ‘hablar’, ‘decir’. Algo parecido es practicado en la religión musulmana cuando, al momento del nacimiento, el padre susurra al oído del recién nacido palabras sagradas del Corán, con la intención de que sean estas lo primero que el bebé escuche en su caminar humano y su destino sea sellado con buena suerte.
Así de grande y poderosa es la palabra. Tú puedes crear y cambiar tu destino por medio de sus palabras. La articulación y el sonido, pero, sobre todo, la intención que reflejan tus palabras, o lo dicho, será la fuente de tu dicha.
Observa a las personas que cumplen sus metas, que logran sus sueños y alcanzan aquello que se proponen: generalmente no desperdician su energía vital hablando más de lo necesario, diciendo lo que van a hacer, o criticando a los demás. Lo que decimos habla de quienes somos, y lo que somos proviene de lo que decimos.
Especialmente en los momentos de ira, es muy importante entrenar a la conciencia para poder hacer un alto y redirigir las palabras hacia un instante de meditación u oración, en lugar de reacción. Lo que dices nunca se puede borrar, se convierte en un registro akáshico, es decir, en la biblioteca de Dios, y te seguirá hasta el infinito, e incluso dañará tu personalidad y tu reputación.
El poder de las palabras dibujará tu futuro, por eso antes de hacerlas estallar al exterior, piensa que son como la pintura que quedará plasmada en el lienzo de tus días por venir. Usa las palabras para sanar, elevar, edificar y bendecir a toda la vida en todas partes; no las uses para dividir y destruir a otros, úsalas para hablar tu verdad y la verdad a tu alrededor.
Es importante saber expresar lo que sientes, pero procura hacerlo comunicando la voz del espíritu, lo más verdadero de ti, y comienza a practicar el arte espiritual de esperar, porque en el tiempo se revelan todas las razones ocultas para que eso sucediera. Además, saber esperar el momento justo, conduce a una transformación espiritual positiva.
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Tan sólo basta mirar hacia atrás en tu vida y recordar los momentos en los que reaccionaste con ira y usaste tus palabras, te aseguro que comprenderás que esperar hubiera sido mucho mejor para ti y para todos los demás. Lograr hacer una pausa por medio del entrenamiento de la conciencia, puede salvarnos la vida y la de los seres que amamos, pues permitimos que la Inteligencia Divina trabaje en el nivel subconsciente no sólo en uno mismo sino también en los demás, y que se nos muestre qué hacer a continuación.
Cada situación en la vida es una plataforma donde puedes experimentar la calidad de tu conciencia y el poder enorme que tienen tus palabras para esculpir tu destino. Siempre recuerda que las palabras o son mortales o son vitales, y que puedes hacer cientos de cosas bien, pero sólo se necesita una acción reactiva e irreflexiva para destruirlo todo. Si utilizas sabiamente tus palabras puedes construir tu dicha.