Urge detener la destrucción con nuestro voto y así darnos un Congreso de la Unión equitativo y equilibrado, en donde las mayorías absolutas no existan.
Necesitamos una Cámara de Diputados en donde el diálogo, el debate, la pluralidad y los acuerdos, sean el pan de cada día, y no así, la imposición, el atropellamiento, el madruguete, la violación de la ley y la Constitución.
Una Cámara de Diputados con mayorías absolutas, ciegas, sumisas y dóciles son obedientes a una sola voz y no sirven a la ciudadanía, sirven a un solo hombre, a un solo interés.
Necesitamos diputados y diputadas federales que sean verdaderos representantes de los ciudadanos y las ciudadanas, y no de un solo pensamiento o ideología.
Salir a votar es equilibrar el poder, porque cuando votamos hacemos posible que las voces de quienes piensan distinto sean consideradas no solo en la urnas, sino en cada una de las reformas que se discuten en el Congreso.
Cuando salimos a votar no dejamos en las manos de unos cuantos el destino ni el futuro de nuestro país, sino que elegimos un Congreso que trabaje y lesgile para toda una nación en su conjunto.
Este 6 de junio cuando vayamos a la urnas, bien valdría la pena cuestionarnos si estamos mejor que en el 2018. Preguntarnos si en estos tres años el país evolucionó o retrocedió.
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Habrá que cuestionarnos si la Camara de Diputados estuvo al servicio del pueblo o al capricho de un solo hombre. Habrá que preguntarnos ¿para quién o para quiénes legisló?
México está urgido de acabar con las mayorías absolutas, esas mayorías que al primer chasquido hacen reformas a diestra y siniestra para complacer una sola voz, sin pensar en el otro, en el de enfrente, en el más necesitado, en la salud, en las inversiones, en el empleo, en el medio ambiente, en las mujeres, en los niños, niñas y adolescentes.
Salgamos a votar porque cuando no se le cambia ni una coma a las reformas, se niega la realidad en la que vivimos y las necesidades de quienes no pertenecen a un mismo grupo; garantizar las libertades, los derechos y la ley, no es odio, es actuar conforme al mandato constitucional.
Requerimos un Congreso para construir no para destruir, porque cuando una bancada mayoritaria renuncia a su autonomía y actúa a capricho nos lleva a la ruta de la destrucción. Hoy necesitamos detenerlo y comenzar a construir para todas y todos.
Este 6 de junio pueda ser la última oportunidad que tengamos para redistribuir el poder y detener la destrucción, no la perdamos y salgamos a votar.