De nada sirve tomar una sola medida de prevención, si descuidamos todas las demás que aumentan nuestra protección, salud y seguridad.
Ningún sistema o procedimiento eficiente se compone de un solo elemento. Para tener condición física, por ejemplo, no solo debemos hacer ejercicio continuamente, sino además llevar una dieta balanceada, beber agua, dormir bien.
Cada acción que tomamos es parte de un proceso para llegar al resultado que queremos. Roma no se construyó en un día y nosotros tampoco.
Si somos «criaturas de hábitos», debemos serlo de los correctos y ser flexibles para adoptar nuevos, sobre todo en situaciones de emergencia.
Así que no vamos a estar protegidos solo por estar vacunados. Es una combinación constante de uso de cubrebocas, higiene de manos, evitar contacto con ojos y nariz, llevar gel antibacterial y mantener ese sentido de cuidado como si estuviéramos en otro momento de la pandemia.
Si revisamos las últimas cifras, son los más jóvenes los que están contagiándose más, junto con aquellos que no están vacunados y quienes erróneamente consideran que las dosis son el cambio de semáforo para descuidarse.
Eso no es así, necesitamos combinar todas las medidas sanitarias que ya aprendimos, todo el tiempo. Ninguna sobra y olvidarlas es ponernos en riesgo, aunque durante todos estos meses hayamos sido precavidos.
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Si la mejor seguridad es la prevención, entonces la combinación de acciones a favor de nuestro bienestar es la mejor manera de protegernos siempre.
Desde quitarnos el frío y hasta conducir un auto, hacer solo una cosa no sirve de mucho. Beber un té caliente y no estar abrigado o manejar un auto muy seguro en su diseño sin cinturón de seguridad es inútil para salvaguardarnos.
De eso se trata la mezcla de muchas medidas simultáneas de cuidado que nos aseguren mayores probabilidades de supervivencia como es en este caso de pandemia mundial.
Así que la tranquilidad que da la primera y la segunda dosis no es suficiente si deseamos incorporarnos a una nueva realidad en la que, sin querer ser aguafiestas, seguiremos conviviendo con este virus y deberemos estar preparados para el surgimiento de otros nuevos. Es el precio por habitar este mundo y no ser los únicos organismos en el planeta.
La reflexión va un poco más allá, hacia un cambio de cultura que ponga el cuidado personal y familiar de nuestra salud como una prioridad. Es la oportunidad de abrazar comportamientos saludables, en mente y cuerpo, para estar en condiciones de no sufrir las pérdidas de todo tipo que se han padecido y formar una sociedad que cuida y se cuida de aquí en adelante.