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Así nació el Clamato, el curacrudas de los mexicanos

La ‘Chabela’ otra bebida para levantar a los crudos, también fue creada en Mexicali

Para curarnos una cruda todos hemos recurrido a una bebida de la marca Clamato. Esa luz roja al final del túnel que hace que los desahuciados recobren el optimismo y la mente la cordura. La historia de cómo y dónde surgió este elixir nos lleva al bar Acueducto del Hotel Lucerna en la frontera de Mexicali, Baja California.

Llegaba a su final la década de los sesenta y diariamente «Los Chichís» ―en el norte funciona como sinónimo de bebé― se reunían a beber cerveza en el bar del hotel propiedad de Kabande Dabdub, miembro también del grupo. Una mañana René Vázquez Pesqueira llegó muy crudo a la tertulia cotidiana y sin saludar pidió con urgencia un jugo de tomate helado. Dado que la cruda era extraordinaria el remedio también debía serlo. Con lo anterior en mente le agregó a su bebida el caldo en donde se cocinaba abulón rojo ―obtenido de Islas Coronado, en el océano Pacífico frente a las costas de Baja California― que se servía como botana. Sin afanes mixológicos había logrado una bomba curacrudas que cambió la historia de las recetas curacrudas para siempre.

Meses después el precio del molusco se disparó ―hoy en día 485 gramos de abulón enlatado cuestan alrededor de 1,200 pesos― y fue reemplazado. Ya no había marcha atrás y el jugo de tomate encontró un nuevo acompañante: el caldo donde se cocinaba otro molusco, la almeja chocolata ―extraída del Golfo de California―. Había nacido el clam (almeja en inglés) mato (de tomato).

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