El punto de mayor profundidad del planeta Tierra, casi once kilómetros por debajo del nivel del mar en la fosa de las Marianas, es un enclave inhóspito y casi inaccesible para la humanidad… pero no para su basura.
Investigadores de la Agencia Japonesa para la Ciencia y Tecnología Marino-Terrestre (Jamstec, por sus siglas en inglés) han identificado, fotografiado y grabado durante tres décadas algunos de los residuos generados por la actividad humana que han terminado en lo más profundo del Océano Pacífico.
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En el abismo de Challenger, el enclave más penetrante en toda la corteza terrestre con más de 10 mil metros de profundidad, estos científicos encontraron restos de bolsas de plástico y un tablón de madera de origen artificial.
Más cerca de la superficie, pero todavía varios kilómetros por debajo del nivel del mar, descubrieron objetos tan inauditos como chanclas, una zapatilla y una mochila deportiva, varias ruedas de automóviles, un vehículo de bomberos de juguete o la cabeza de un maniquí, dentro de la cual vivía un organismo marino.
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Desde Jamstec señalan que, pese a que en esa profundidad no es muy habitual la presencia de seres vivos, ha sido frecuente encontrar organismos que habían incorporado los plásticos como parte de sus hábitats, lo que pone en peligro su delicado ecosistema.
En total, han logrado recopilar hasta la fecha imágenes de más de 3 mil 500 puntos con residuos en aguas profundas, que están disponibles para su consulta con el fin de concienciar a la sociedad en una base de datos digital, abierta al público hace dos años y en constante renovación
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