Jorge, hoy nos vestimos de tapas y setas…
— (Risas) Así es, feliz de poder hacer por primera vez una entrevista selfie.
De Murcia a México…
— Siento muchísima gratitud; es una oportunidad que me brinda mi música de ir conociendo gente, lugares, tener experiencias increíbles. Todavía me tengo que pellizcar; me parece ciencia ficción. Mucha responsabilidad porque hay gente ahí y a ver qué les dices, ¿no?, qué tonterías o qué aciertos.
¿Te viste así, tocando miles de almas?
— Sí. Nosotros vinimos en 2011 a México, al Lunario y pensábamos que nadie iba a cantar nuestras canciones. Y sucedió; nos enamoramos y prometimos que si despegaba nuestra carrera internacional, comenzaríamos aquí en México. Llevamos ya varios viajes viniendo; gira en universidades hablando de nuestra historia y compartiéndola con estudiantes que es nuestro público natural; hemos empezado a sonar en la radio.
¿Por qué los chavos?
—Yo tuve varios años perdidos de Derecho que fueron los que me hicieron reconducirme a músico, a mi pasión, y también descubrí ahí la terapia de lenguaje; acabé mi carrera de Logopedia, después estudié Educación y Magisterio en Lenguaje y me reconvertí a intento de educador (risas). En las charlas después de los conciertos empezamos a debatir que todos tenemos un talento exponencial y cómo la educación no consigue rescatarlo.
¿Maldita Nerea camina a paso de tortuga?
— Sí. Ahora la velocidad de la sociedad hace que ir despacio sea prácticamente un deporte de riesgo, ¿pero éste qué hace, que va despacio y no le importa? (risas). Bueno, pues precisamente por eso. Yo reivindico mucho la “no velocidad”, no pasa nada con no correr y cuando haya que correr se correrá; pero cuando no, no se corre.
Y finalmente hoy, Mira Dentro…
—Un disco que da una vuelta de tuercas a esta reflexión: “lo más valioso que tienes tú siempre está dentro”. Y si tú dependes de ti, no es que sea más sencillo, pero hay más posibilidades de que te mantengas. Cuando en la universidad terminas la carrera, te pones a buscar trabajo, hallan la solución en otros. Yo les digo: ¿y por qué no lo creas? De dentro hacia fuera.
Y Jorge cuando mira dentro, ¿qué encuentra?
— Buena pregunta (risas). Esto se lo diré a todos los que están leyendo en el Lunario el 12 de noviembre (risas).
Jorge Ruíz / Maldita Nerea
Lo más osado…
JR: cuando publicamos El secreto de las tortugas, sin compañía, sin dinero, sin saber adónde íbamos, sólo con el impulso de la fe. Fui un auténtico kamikaze, pero lo conseguí.
MN: soy muy pudoroso, bastante tímido; hacer este tipo de entrevistas me cuesta. Parece increíble después de 14 años de carrera (risas).
El momento más difícil…
JR/MN: cualquier pérdida personal de antiguos integrantes por falta de entendimiento resulta algo muy duro. Hay canciones hechas por eso. Te crea un vacío y lo llenas expresando emocionalmente lo que sientes. Siempre digo que están conmigo aquí, aunque ellos no lo piensen o vean de otra manera.
Lo que nunca harías…
JR: dejar de sonreír. Es fundamental para todo el mundo.
MN: canciones que no dijeran algo.
Lo más divertido…
— Soy una tortuga que le gusta mucho correr. Hago un maratón al año (risas). Disfruto corriendo solo. Antes de cada concierto corro y soy superfeliz. También haciendo bicicleta: a paso de tortuga ya llegaré. Además, no elijo ruta. Ese andar sin rumbo, ese no saber qué va a pasar me gusta mucho.
¿Qué te saca una sonrisa?
— La sonrisa de los demás; cuando viene una persona y me cuenta lo que le ha servido una canción nuestra; hablar con la gente, con nuestro público, interactuar.
¿A qué le lloras?
— No me gusta ver el miedo en los ojos de la gente. Y desgraciadamente lo veo con mucha frecuencia; y eso me entristece.
¿Cómo ves al mundo?
— Demasiado desconectado de lo que es. Vivimos pensando que estamos haciendo cosas importantes que no lo son. Soy muy optimista; me dedico al mundo de la educación porque los niños tienen muy claro adónde van. Cada generación es una oportunidad y siempre la tenemos ahí. Debemos dedicarles atención y escucharles; no decirles lo que tienen que hacer, que es lo que hace el sistema educativo desde hace milenios. En maternal se ve eso: la maestra deja que los niños estén en el suelo, dando vueltas, suben, bajan; se están expresando. Está pasando en la puerta de al lado, con lo cual siempre se puede cambiar todo.
La música…
— El código de códigos. El instrumento de comunicación más potente que hay y, por tanto, el que más hay que respetar. La primera comunicación que tiene un ser humano es con su madre, y es con música. Eso lo dice todo.
El amor…
— El motor de la tierra, del ser humano, del universo. Nos gusta hablar del amor propio.
La vida…
— Es amor. El paso siguiente, un horizonte, no un límite. Entonces dejemos de hablar de límites.
Una hoja en blanco…
— Un niño. Por ello, no le digamos lo que tiene que escribir.
Dios…
— Es la ley natural. Es obvio que existe.
¿Jorge se come la vida de a poquitos, como dice tu canción?
— (Risas) Sí. Me gusta hablar de pasos pequeños y no de grandes conquistas. Soy un ser pequeño con mente de crío. Intento no ponerme expectativas y cuando lo hago, me equivoco. Es algo que no te sirve demasiado.
¿Te arrepientes de algo?
— Sí. Siempre reconozco el error y te das cuenta de lo mucho que has crecido con él. Estuve cuatro años estudiando Derecho porque no tuve la valentía cuando iba a entrar a la universidad, sin saber qué estudiar (…) y tomarme un año. Hubiese ganado cuatro años haciendo eso, pero me dejé llevar por la prisa. Y esto sucede muchísimo. Aunque esos años han hecho lo que soy.
¿Quiénes?
Jorge Ruíz.
•Fecha de nacimiento: Murcia, España, 10 de julio de 1975.
•Profesión: cantante, compositor, logoterapeuta y educador.
•Lo conoces por… Líder del grupo de pop Maldita Nerea. Discografía: El secreto de las tortugas, Es un secreto… no se lo digas a nadie y Fácil.
•Actualmente… Recorre el mundo con Mira dentro. Lunario del Auditorio Nacional: 12 de noviembre.
•Twitter: @MalditaNerea
#SelfieSecret
“No me gusta la comida japonesa. Lo siento. No me lleves a un restaurante japonés nunca. No soporto el pescado crudo. Por más que me lo cocine el mejor chef de la tierra. No puedo. Las tortugas no comemos sushi (risas)”.
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