El Inegi tiene registrado que, de 2016 a 2021, casi todos los indicadores de violencia contra la mujer incremento un 4%, de igual modo, la llamada “violencia silenciosa” formó parte de la cotidianidad de las mujeres en México; sin embargo, especialistas advierten que las víctimas aún presentan resistencias para pedir ayuda o identificar entornos nocivos.
Con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer (25 de noviembre), Alejandra Galeas, psicóloga clínica de la UNAM, y Viridiana Camacho, psicóloga educativa de la UPN, señalaron a Publimetro los patrones de identificación de entornos violentos, que a primera vista no lo parecen, de otras formas de violencia y cómo atenderlas.
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La violencia contra la mujer en México abarca diferentes aspectos. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) contempla las agresiones psicológicas, físicas, sexuales y económicas y/o patrimoniales; sin embargo, los registros van más allá, pues también se analiza desde dónde se ejerce, el objetivo de dichas violencias y los medios en los que se perpetúan.
Gracias a estas mediciones se sabe que a excepción de la violencia económica y/o patrimonial, el resto de agresiones va en aumento. Además, los roles de género siguen condenando a que las mujeres lleven a cabo actividades al interior del hogar sin remuneración económica y sin la capacidad de poder eludirlas, pues “como es mujer, le toca”.
De acuerdo con estas métricas, el 70.1% de las mujeres mayores a 15 años ha sido objeto de algún tipo de violencia, siendo la psicológica la más frecuente con un 51.6% de incidencia. Además, el 41.8% de ellas reconoció que vivió algún tipo de violencia durante su infancia.
Asimismo, los datos duros respaldan estas encuestas, pues el número de delitos con víctimas menores de edad registrado en Averiguaciones Previas, Investigaciones y Carpetas de Investigación Abiertas en el MP del fuero común apuntan a que, por cada 100 mil habitantes, 305.6 menores del sexo femenino fueron violentadas, mientras que el índice en el sexo masculino es de 150.8.
Otros tipos de agresiones que no parecen violencia se manifiestan en el campo de lo digital y afecta prioritaria mente a mujeres. Por ejemplo, el 33.6% de niñas entre los 12 y 17 años señaló que recibió fotos o vídeos de contenido sexual que le molestaron, mientras que en los chicos fue del 18.2%; al 32.3% de las chicas se les hicieron insinuaciones o propuestas de tipo sexual que le molestaron, mientras que a los hombres fue del 12 por ciento.
Lo mismo pasa con las críticas al cuerpo, la ropa, maquillaje o cualquier manifestación de la apariencia física; también ocurrió algo similar con la clonación de cuentas de redes sociales para enviar información falsa, insultar o agredir a otras personas.
Al respecto, Galeas Valgañón advierte que este tipo de violencias se pueden manifestar en casi cualquier interacción: esposo, novio, padres, hermanos, amigos, conocidos. Ante ello, las mujeres que buscan resolver esta situación, lo hacen a partir de la sensación de un “malestar cotidiano”.
Otro tipo de violencias transgrede el desarrollo físico de las niñas, cuando se les exige que cumplan con estándares de belleza que naturalmente no pueden cumplir. Además, esta “exigencia” viene acompañada de reproches: “estás muy gordita, no creciste…”, por lo que entre jóvenes se maneja el término “privilegio de las bonitas” y, el no poder acceder a éste genera un daño en las niñas y adolescentes.
Estos daños pueden ser detectados con cambios de actitud o indicios de depresión, pues se sienten culpables de no cumplir con eso; sin embargo, Galeas insiste en que esto no debe de representar una aspiración: “Tu cuerpo sigue siendo el de una niña y no todas crecemos a la igual”.
En este sentido, cuando llegan a terapia, “no llegan diciendo que no les gusta que la gente opine sobre su cuerpo, más bien llegan a decir ‘¿por qué no estoy creciendo?’”. Por ello destacó la necesidad de incidir positivamente en la educación de las infancias. Con esto en mente, cerró diciendo que la lucha feminista tiene base de DD. HH., es decir, no es para ellos o ellas, sino para todos “y a los niños se les debe de educar conforme a derechos humanos”.
Por su cuenta, Camacho López ve una forma de erradicar la violencia contra las mujeres a través de la educación, tanto formal como en casa. Aunado a ello, en redes sociales ya se comenzaron a poner en la agenda los derechos de las mujeres, lo que ayuda a las niñas saber que son sujetas de derechos y respeto.
Una herramienta que ayuda en la educación formal son los nuevos Libros de Texto Gratuitos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), pues en ellos hay un Eje Articulador que se llama “Igualdad de Género”, el cual tiene la intención guiar las actividades del aula para que, además de satisfacer los requerimientos de materias como español o matemáticas, ayude a los infantes a detectar roles de género, violencia de género y relaciones desiguales.
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Como respuesta de los niños, la también profesora expresó que, a partir de estas actividades los infantes tienen expresiones como “eso hace mucho mi papá y a mí no me gusta”, y explicó que con ello, las y los niños comienzan a ampliar su vocabulario para poder especificar el tipo de trato quieren recibir.
Asimismo, comprende el espacio escolar como un espacio seguro para que los niños se atrevan a decir este tipo de cosas para, en algún momento, llevarlo a su dinámica familiar. Otro aspecto que destacó fue que hasta los niños comienzan a detectar este tipo de violencias y participan en clase para comenzar a señalar este tipo de conductas.