El turbulento inicio del Siglo XX en México estuvo marcado por uno de los pasajes más trágicos de su historia en contra de los pueblos originarios del país, conocido como la Siberia Mexicana o Infierno Verde, al cual se ha referido en diversas ocasiones el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Luego de la finalización de la Guerra de Castas en 1901, cuando la región de Chan Santa Cruz fue ocupada por el Ejército mexicano, que cobró la vida de más de 250 mil personas, en particular de indios mayas y yaquis, en 1902 se fundó el estado Quintana Roo luego de una escisión del territorio yucateco.
Bajo la presidencia de Porfirio Díaz, el primer gobernador de la entidad fue José María de la Vega, uno de los personajes más activos del conflicto acontecido en el sureste del país. Sin embargo, su relevo llegó en 1903, quien fue el artífice del episodio sangriento contra los mexicanos originarios de la región.
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El general Ignacio A. Bravo fue clave para lograr la rendición en la última etapa de la Guerra de Castas, aunque era reconocido por sus estrategias sangrientas y en 1903 llegó a la silla de la gubernatura para ordenar un exterminio masivo de los mayas y yaquis, bautizado como la Siberia Mexicana o Infierno Verde.
El argumento de Bravo, según Keneth Turner en México bárbaro, de su política genocida se basó en la conducta de los pueblos originarios con respecto a la postura en contra de los terratenientes y el gobierno del país durante el Porfiriato.
Los resultados de la política del gobernante estatal produjeron condiciones de vida indignas para los mayas y yaquis, quienes se mantuvieron en condiciones de esclavitud en las haciendas de producción de henequén.
El gobierno de López Obrador realizó una disculpa pública el pasado 3 de mayo, a nombre del Estado Mexicano, por los hechos en contra de los pueblos que sufrieron de atentados por parte de algunos de los gobiernos mexicanos.