BRUSELAS (AP) — Si bien Rusia perdió influencia y amigos desde el colapso del imperio soviético en 1989, sigue teniendo bajo su esfera a varios vecinos de Europa, mientras que otros expresan una incómoda neutralidad.
La invasión rusa de Ucrania y la tragedia humanitaria que causó en las dos últimas semanas generan sentidas denuncias de Occidente y llamados a una profunda reconfiguración del mapa geopolítico de Europa.
Alterar ese mapa, sin embargo, puede no resultar fácil. El acercamiento de Ucrania, el segundo país más grande de Europa, a Occidente contra la voluntad de Moscú plantea enormes problemas.
Los líderes de la Unión Europea los confrontarán en lo que podría ser una tensa cumbre de dos días que comenzará el jueves en Versalles, en las afueras de París, marcada por el pedido oficial del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy de que su país sea admitido en la UE.
“La UE va a ser mucho más fuerte con nosotros. Eso es seguro”, expresó Zelenskyy en una emotiva transmisión en vivo al Parlamento Europeo el martes.
Aumentando la presión, agregó: “Demuestren que están con nosotros. Demuestren que no nos dejarán desaparecer. Demuestren que son realmente europeos”.
Para complicar las cosas, Moldavia y Georgia, dos naciones más pequeñas que también temen el poder expansivo de Rusia, siguieron los pasos de Ucrania y solicitaron también ser miembros de la UE.
La violencia desplegada por Rusia en su invasión repercutió asimismo en países históricamente neutrales como Suecia y Finlandia, donde crece el apoyo a una incorporación a la OTAN y, en el caso de Helsinki, la liberación de una influencia rusa tan fuerte que dio paso a la expresión “finlandización”.
En pocos días pareció que se reconfiguraba el mapa geopolítico europeo.
Los progresos, no obstante, podrían ser lentos.
Muchos países temen que un crecimiento inmediato del bloque y una reconfiguración de las esferas de influencia puedan poner al continente al borde de una guerra. Y no hay mejor ejemplo de ello que las aspiraciones de Ucrania de sumarse al grupo de 27 naciones de la UE, lo que alteraría el equilibrio de los bloques europeos.
“Junto con Ucrania, defendemos firmemente la libertad y la democracia. Ucrania es parte de nuestra familia europea”, proclamó el presidente del Consejo Europeo Charles Michel en su invitación a la cumbre de Versalles, midiendo cuidadosamente sus palabras y sin prometer una admisión de Ucrania.
Por más de que haya un apoyo abrumador a la incorporación de Ucrania, su admisión no será automática y tal vez ni siquiera aconsejable en estos momentos.
Los líderes de ocho miembros europeos orientales apoyaron oficialmente la admisión de Ucrania y el primer ministro de uno de ellos, Kaja Kallas, de Estonia, habló el miércoles ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo.
Dijo que la incorporación de Ucrania “no solo beneficia nuestros intereses, sino que es un deber moral. Ucrania no pelea por Ucrania. Pelea por Europa. Si no (es admitida) ahora, ¿cuándo?”.
Paralelamente, el mismo miércoles, en París, el primer ministro holandés Mark Rutte dejó en claro que este no es el momento.
Rutte habló por teléfono con Zelenskyy después de su emotivo discurso del martes.
“Le dije, ’sé lo que quieres a corto plazo, pero esto no se va a dar de inmediato porque hay un proceso que toma varios años. Veamos qué podemos hacer ahora, mañana y la semana que viene o el mes que viene”.
Añadió que una posible admisión de Moldavia y Georgia se demoraría más todavía porque no enfrentan una amenaza inmediata, como Ucrania.
En el borrador de la declaración final de la cumbre de Versalles, que fue visto por la Associated Press, los líderes europeos “invitaron a la Comisión (Europea) a opinar sobre esta solicitud. A la espera de esto y sin demoras, continuaremos reforzando nuestros vínculos y profundizando nuestra alianza”.
La admisión conlleva “un proceso burocrático tedioso”, insistió Rutte. “Se deben responder muchas preguntas. Puede tomar varios años”.
Los nuevos miembros tienen que aceptar todas las regulaciones europeas, desde principios legales hasta normas comerciales y sobre fertilizantes. Estas directivas abarcan 80.000 páginas. Y en los últimos años la UE a menudo ha dicho que Ucrania no combate la corrupción como debería.
Mientras que la admisión en la UE requiere el visto bueno unánime de todos sus miembros, la incorporación a la OTAN, sobre todo de países como Suecia y Finlandia, sería más fácil porque los dos ya cooperan estrechamente con la alianza militar.
Su admisión, sin embargo, seguramente caería mal en Moscú.
“Es obvio que, si Finlandia y Suecia se suman a la OTAN, que es ante todo una organización militar, eso tendrá serias consecuencias político-militares, que requerirían represalias de la Federación Rusa”, expresó la portavoz del ministerio de relaciones exteriores ruso María Zajarova.
La neutralidad de esas dos naciones nórdicas, sin embargo, ya podría estar diluyéndose.
“Suecia y Finlandia dejaron de lado su neutralidad en la práctica al enviar ayuda militar (letal en el caso de Suecia) a Ucrania”, dijo Ed Arnold, del Royal United Services Institute.