MADRID, 5 (EUROPA PRESS)
Al menos para un numeroso grupo de aves, una investigación ha demostrado que las variedades tropicales son considerablemente más coloridas que sus parientes polares.
Para cualquiera que haya visto imágenes de bulliciosas selvas tropicales, donde puede encontrar guacamayos graznando rozando las copas de los árboles y ranas de colores brillantes cantando rítmicamente entre las hojas, puede parecer de sentido común sugerir que estos son lugares coloridos. Pero para los científicos, el colorido de las especies tropicales ha sido sorprendentemente difícil de cuantificar.
Ahora, después de tomar unas 140.000 fotografías de aproximadamente 24.000 aves, los resultados muestran que los paseriformes –comunmente conocidos como pájaros cantores– que viven más cerca del ecuador son más coloridos que los que viven en latitudes más altas.
La nueva investigación, que utilizó la extensa colección de aves del Natural History Museum británico, fue una sorpresa incluso para los propios investigadores, que no esperaban encontrar una asociación tan fuerte entre la latitud y el colorido.
El doctor Chris Cooney, de la Universidad de Sheffield y autor principal del estudio, diceen un comunicado: «Este trabajo revela el patrón general de que las especies de aves tienden a ser un 30 % más coloridas hacia el ecuador e identifica algunas explicaciones generales de por qué podría ocurrir este patrón. Esto es emocionante porque nos ayuda a comprender mejor los factores que promueven y mantienen la biodiversidad a escala global».
Los resultados han sido publicados en la revista Nature Ecology & Evolution.
No es tan sencillo responder por qué las aves que viven en los trópicos son más coloridas que sus contrapartes del norte y del sur. Cooney y su equipo han sugerido un par de razones diferentes, desde la naturaleza oscura de los interiores de la selva tropical, lo que significa que es mejor tener colores brillantes, hasta la complejidad estructural de estos entornos que conduce a la complejidad estructural del color.
Pero las razones exactas aún se desconocen y requerirán más estudios para desentrañar las muchas interacciones complicadas que probablemente estén en juego.