MADRID, 6 (Portaltic/EP)
La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia se celebrará el domingo 10 de abril y, para ganar más votos especialmente del público joven, sus candidatos han recurrido a la tecnología en sus campañas electorales.
Desde hologramas a partidas en Minecraft, una nueva forma de hacer campaña electoral planea sobre Francia. Los primeros hallan en Jean-Luc Mélenchon, el candidato del partido Francia Insumisa que está tercero en los sondeos del Instituto de estudios de opinión y marketing en Francia (Ifop), su gran exponente.
Mélenchon presume en su cuenta personal de Twitter de sus apariciones holográficas para llegar a hacer hasta doce mítines al mismo tiempo, récord personal que compartió recientemente en la red social.
Según ha explicado su responsable de campaña, Bastien Lachaud, en declaraciones a France24, así buscan «cubrir más territorio» y estar «a menos de 250 kilómetros» de cada persona.
Además, Mélenchon también ha estado presente en forma de filtro de Instagram y Snapchat, con lo que han llamado un ‘holograma de bolsillo’, en otro intento de llegar a más gente y al público más joven, principal usuario de estas plataformas.
El primero en los sondeos, candidato de República en Marcha y actual presidente galo, Emmanuel Macron, tampoco se queda atrás y recientemente ha lanzado su propio servidor de Minecraft, como hizo saber la cuenta oficial de su campaña electoral en Twitter.
Con este servidor, los jugadores pueden recorrer virtualmente una ciudad, en la que se puede visitar desde el cuartel general de Macron hasta lugares públicos, como hospitales y centros escolares, donde se van desglosando medidas adoptadas como el incremento de los agentes de Policía o los subsidios para los vehículos eléctricos.
ANTERIORES ‘MATRIMONIOS’ ENTRE LA TECNOLOGÍA Y LAS ELECCIONES
Las nuevas tecnologías llevan tiempo acompañando las campañas electorales. Uno de los casos más recientes tuvo lugar en 2008 con Facebook. Para las elecciones estadounidenses de aquel año, el candidato demócrata Barack Obama contrató a la uno de sus cofundadores, Chris Hughes, para dirigir su campaña en Internet y alzarle hasta la Casa Blanca.
Entre los muchos detalles que la página de Facebook de Obama cuidó para ganar votos está el hecho de que incluyese los intereses musicales del que sería presidente de EEUU (Stevie Wonder, Miles Davis, Bob Dylan) además de pasatiempos como el baloncesto, escribir o simplemente «holgazanear con los niños», como recuerda el profesor de la universidad de Rutgers en Nueva Jersey, Chirag Shah, en un libro sobre el tema.
En contraposición, el perfil de uno de sus rivales republicanos, Ron Paul, era mucho menos completo y listaba como su película favorita Cartas desde Iwojima apelando así a un votante sensiblemente mayor.
Cuatro años más tarde, con el auge de los medios exclusivamente digitales y la popularidad de Twitter, esta red social se erigió como un pilar importante en las elecciones de EEUU en 2012. De hecho, el tuit de la reelección de Obama como presidente fue el más retuiteado de todo el año «en apenas unas horas» y desde gente procedente de «más de 200 países», según la portavoz de la compañía, Rachael Horwitz.
2012 fue precisamente el año en el que Twitter introdujo en su plataforma los anuncios de campañas políticas que los candidatos estadounidenses podían comprar para ganar visibilidad en la red social.
Según el Washington Post, las campañas electorales de Obama y Romney en 2012 estuvieron dirigidas a crear «un clima de opinión» en Twitter que fuese favorable para su causa. El director digital del candidato republicano, Zac Moffatt, puso como ejemplo el acto de retuitear reacciones críticas de periodistas, compañeros y seguidores para poner la narrativa a su favor.
Posteriormente, fue el turno de Snapchat que, en 2016, hizo preguntarse a medios como The New York Times en Estados Unidos si aquel año serían las elecciones de la aplicación.
Según datos del National Republican Senatorial Committee (NRSC, por sus siglas en inglés), el Comité Nacional Republicano, más del 30 por ciento del presupuesto para la campaña electoral de Donald Trump se dedicó a las plataformas digitales, incluida Snapchat.
Esta cifra se ve respaldada por un estudio de Borrell Associates, según el cual 2016 fue el pimer año en el que las campañas políticas de EEUU gastarían más de 1.000 millones de dólares (unos 920 millones de euros al cambio actual) en anunciarse en medios digitales. Una cifra que contrastaba con los 159 millones de dólares (145,7 millones de euros) que se invirtieron en 2012.
Snapchat no solo aprovechó las elecciones de 2016 para incluir varias novedades en su ‘app’, como el bitmoji de ‘Go Vote’ y un nuevo filtro que recordaba a la gente su deber de acudir a las urnas. Además, la aplicación empezó a exhibir anuncios políticos que llegaron a ser pagados incluso por los senadores más mayores, como John McCain, según CNBC.
La desinformación y las denominadas ‘fake news’ también se han abierto camino entre las redes sociales y las campañas políticas. Por ejemplo, la desinformación en Facebook obtuvo seis veces más clics que las noticias verídicas durante las elecciones presidenciales de EEUU en 2020, según un estudio.
Desde entonces, la compañía cofundada y dirigida por Mark Zucberkerg ha intentado mejorar su respuesta ante estas ‘fake news’ asociadas a campañas electorales con medidas como etiquetar las publicaciones consideradas como «desinformación», eliminar el contenido que viole sus políticas y aliarse con empresas externas de ‘fact checkers’ o verificadores de hechos. Como consecuencia más reciente, está el cierre de cientos de páginas de Facebook cara a los comicios en Filipinas. También la transparencia de las campañas de anuncios políticos.
Twitter también ha actuado ante la desinformación y en su página de Ayuda la red social afirma que la conversación pública que transcurre en la plataforma «es más importante que nunca durante las elecciones». De contribuir a difundir estas ‘fake news’, sus usuarios se arriesgan a que sus tuits sean borrados o etiquetados, y sus cuentas, modificadas e incluso suspendidas permanentemente.