CIUDAD DE GUATEMALA (AP) — Con la entrega de los cuerpos de Celestina Carolina Ambrosio Orozco y Wilson Daimiro Ambrocio López a sus familiares en Guatemala la madrugada del viernes, finalizó la entrega de los cadáveres de 21 migrantes que murieron asfixiados dentro de un tráiler en San Antonio, Texas, en junio pasado, cuando intentaban migrar al norte.
Un total de 53 migrantes fallecieron dentro del furgón de un tráiler en el que viajaban sin agua y sin aire. Por el hecho hay ya cuatro personas detenidas.
Entre los migrantes guatemaltecos habían tres menores de 13, 14 y 17 años. La mayoría del resto de fallecidos estaban en sus veintes. Gran parte de los fallecidos eran originarios de los departamentos de San Marcos y Sololá en el occidente del país, donde predominan comunidades indígenas y pobres.
Yenifer Yulisa Cardona Tomas, sobreviviente del hecho, narró a The Associated Press cómo sobrevivió gracias al consejo de una amiga, pues ésta le dijo que debía sentarse justo al lado de la puerta del furgón, donde entraba un poco más de aire.
La guatemalteca, de 20 años, dijo que al subir al tráiler los coyotes les quitaron teléfonos y rociaron el lugar con una especie de polvo que cree era consomé de pollo, con el fin de que los perros usados por la policía no olieran a los migrantes. La joven mujer solo recuerda que poco a poco perdió el conocimiento y luego despertó en un hospital. Tras una semana internada se recuperó y fue entregada a familiares en Estados Unidos.
Por el incidente, un jurado federal presentó cargos en San Antonio contra Homero Zamorano Jr., de 46 años, y Christian Martinez, de 28, ambos de Pasadena, por cargos de transporte y asociación delictuosa para transportar ilegalmente a migrantes con resultado en la muerte y por los mismos cargos pero con resultado en lesiones graves. De ser declarados culpables, las penas podrían alcanzar incluso cadena perpetua.