MADRID, 13 (EUROPA PRESS)
El Ejecutivo nipón ha realizado este comentario después de realizar una reunión ministerial en la residencia oficial del primer ministro, Fumio Kishida, en la que se ha valorado el tiempo requerido para la construcción de un túnel submarino que liberaría las aguas, según ha informado la cadena NHK.
Esta medida alarga el plan inicial de la Compañía Eléctrica Tokyo Power (Tepco), que apuntaba como objetivo iniciar las labores de expulsión de aguas en la primavera de este año, después de filtrarlas con la intención de diluirlas en agua salada y echarlas al mar.
"Reconocemos que el Gobierno ha dado un rango de primavera a verano después de considerar exhaustivamente varios procesos. Continuaremos apuntando a la primavera para completar la construcción y crear un sistema que pueda operar con firmeza", ha explicado el presidente de Tepco, Tomoaki Kobayakawa.
Las autoridades niponas han explicado que hay "esfuerzos para fomentar la comprensión" con los residentes locales, ya que esta decisión levantó críticas, sobre todo entre los pescadores de la región por el posible impacto en sus economías.
Tomoaki ha considerado que la comunidad local necesita "explicaciones detalladas y cuidadosas", ya que se "enfrentan a diversas inquietudes" ante la "falta de comprensión".
El Gobierno ha revisado este plan y ha establecido uno nuevo con 50 mil millones de yenes (euros), que incluye ayudas para los pescadores afectados, así como pagos de compensación y mayor información sobre las medidas adoptadas, según ha informado la agencia de noticias Kyodo.
La Comisión Regulatoria para la Energía Atómica de Japón aprobó en julio del año pasado un plan para verter en el océano Pacífico el agua procedente de la central nuclear de Fukushima Daiichi, que había sido utilizada para enfriar los reactores tras el desastre nuclear de 2011 y que se encuentra almacenada en grandes tanques de la planta.
La cadena de acontecimientos que se produjo el 11 de marzo de 2011 al mediodía a raíz de un intenso terremoto de magnitud 9 en la escala Richter dejó cerca de 18.000 muertos y puso en tela de juicio la seguridad de la energía nuclear.
A pesar de que el sistema de seguridad de la planta respondió adecuadamente tras el seísmo --al contrario de lo que sucedió en Chernóbil en 1986--, las olas de unos quince metros de altura golpearon la central y provocaron inundaciones que llevaron a tres fusiones nucleares y a la liberación de grandes cantidades de contaminación radiactiva.