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Ruptura de presa en Ucrania es un desastre vertiginoso y una catástrofe ambiental

Esta fotografía aérea del sábado 10 de junio de 2023 muestra un vecindario inundado en Jersón, Ucrania, tras la destrucción de la presa Kajovka. (AP Foto) AP (AP)

JERSÓN, Ucrania (AP) — La destrucción de la presa Kajovka fue un desastre vertiginoso que está transformándose rápidamente en una catástrofe ambiental a largo plazo, la cual afecta el agua potable, el suministro de alimentos y los ecosistemas que se extienden hasta el Mar Negro.

Los daños a corto plazo se pueden ver desde el espacio exterior: decenas de miles de campos de cultivo inundados, y más por venir. Los expertos dicen que las consecuencias a largo plazo se extenderán a lo largo de generaciones.

Por cada casa y granja inundadas, hay innumerables campos en los que se acababan de sembrar granos, frutos y vegetales y cuyos canales de riego se están secando. Miles de peces quedaron jadeando sobre el suelo fangoso. Las aves acuáticas perdieron sus nidos y sus fuentes de alimento. Incontables árboles y plantas están sumergidos

Si el agua es vida, entonces el vaciado del embalse Kajovka crea un futuro incierto para la región del sur de Ucrania que solía ser una árida planicie antes de que se construyera la represa sobre el río Dniéper hace 70 años. La presa Kajovka fue la última de un sistema de represas de la era soviética en el río, el cual nace en Bielorrusia y fluye hasta el Mar Negro.

Luego el Dniéper se convirtió en parte del frente de batalla después de la invasión rusa el año pasado.

“Todo este territorio formó su propio ecosistema particular, con el embalse incluido”, dijo Kateryna Filiuta, experta en hábitats protegidos para el Grupo de Conservación de la Naturaleza de Ucrania.

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EL CORTO PLAZO

En gran medida, Ihor Medunov forma parte de ese ecosistema. Su trabajo como guía de caza y pesca prácticamente llegó a su fin al desatarse la guerra, pero él permaneció en su pequeño complejo isleño con sus cuatro perros porque eso parecía más seguro que irse. De cualquier forma, durante meses estuvo preocupado al saber que las fuerzas rusas controlaban la presa ubicada río abajo.

Las seis represas a lo largo del Dniéper fueron diseñadas para operar en conjunto, regulándose entre sí a medida que los niveles de agua aumentaban o disminuían de una temporada a otra. Cuando las fuerzas rusas capturaron la presa de Kajovka, todo el sistema cayó en el abandono.

Ya fuera de forma deliberada o simplemente por negligencia, las fuerzas rusas permitieron que los niveles del agua fluctuaran de forma incontrolable. Se tornaron peligrosamente bajos durante el invierno y luego ascendieron a niveles históricos cuando el derretimiento de la nieve y las lluvias primaverales se combinaron en el embalse. Hasta el lunes, el agua seguía merodeando la sala de la casa de Medunov.

Ahora, con la destrucción de la presa, él ve como su forma de vida literalmente se le escapa de las manos. Las olas que llegaban hasta la entrada de su casa hace una semana han sido reemplazadas por un camino fangoso.

“El agua está retirándose frente a nuestros ojos”, dijo a The Associated Press. “Todo lo que estaba en mi casa, por lo que habíamos trabajado todas nuestras vidas, todo se ha ido. Primero se ahogó, y luego, cuando el agua se fue, se pudrió”.

Desde la ruptura de la presa la semana pasada, los torrentes de agua han desplazado minas antipersonales, inundado arsenales de armas y municiones, y arrastrado 150 toneladas de aceite para maquinaria hasta el Mar Negro. Pueblos enteros quedaron sumergidos hasta el techo, y miles de animales murieron en un vasto parque nacional que ahora se encuentra bajo ocupación rusa.

Manchas color arcoíris ya cubren las aguas fangosas y tranquilas alrededor de la inundada ciudad de Jersón, capital de la provincia del mismo nombre en el sur de Ucrania. Las viviendas abandonadas hieden a descomposición mientras vehículos, alcobas de la planta baja y sótanos continúan sumergidos. Las enormes manchas petroleras que se captan en las imágenes aéreas se extienden desde el puerto y las instalaciones industriales de la ciudad hasta el otro lado del río, revelando la magnitud del nuevo problema de contaminación del Dniéper.

El Ministerio de Agricultura de Ucrania calculó que había 10.000 hectáreas (24.000 acres) de tierras de cultivo sumergidas en el territorio de la provincia de Jersón que controla el gobierno ucraniano, y “una cantidad mucho mayor” en el territorio bajo ocupación rusa.

Los agricultores ya resienten la desaparición de la represa. Dmytro Neveselyi, alcalde del poblado de Maryinske, dijo que los 18.000 habitantes de la comunidad resultarán afectados en cuestión de días.

“Hoy y mañana podremos darle agua potable a la población”, comentó. Después de eso, quién sabe. “El canal que suministraba agua a nuestro embalse también dejó de fluir”.

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EL LARGO PLAZO

El nivel del agua comenzó a disminuir lentamente el viernes, sólo para dejar al descubierto la inminente catástrofe ambiental.

El embalse, que tenía una capacidad de 18 kilómetros cúbicos (14,5 millones de acres-pie), era la última parada a lo largo de cientos de kilómetros del río que atravesaban el corazón industrial y agrícola de Ucrania. Durante décadas, su corriente arrastró la escorrentía de sustancias químicas y pesticidas que se asentaban en el fondo fangoso.

Las autoridades ucranianas están analizando los niveles de toxinas en el lodo, el cual corre el riesgo de convertirse en polvo venenoso con la llegada del verano, dijo Eugene Simonov, científico ambiental del Grupo de Trabajo de Consecuencias Ambientales de la Guerra en Ucrania, una organización sin fines de lucro integrada por activistas e investigadores.

La magnitud del daño a largo plazo depende del movimiento de los frentes de batalla en una guerra impredecible. ¿Se pueden rehabilitar la represa y el embalse si los combates continúan en la zona? ¿Se debería permitir que la región se convierta nuevamente en una planicie árida?

El viceministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Andrij Melnyk, considera que la destrucción de la presa es “la peor catástrofe ambiental en Europa desde el desastre de Chernóbil”.

Los peces y aves acuáticas que se habían vuelto dependientes del embalse “perderán la mayor parte de sus territorios de desove y alimentación”, dijo Simonov.

Río abajo de la represa se ubican unas 50 áreas protegidas, incluidos tres parques nacionales, añadió Simonov, coautor de un documento publicado en octubre en el que se advertía de las consecuencias potencialmente desastrosas — tanto río abajo como río arriba — en caso de que la presa Kajovka resultara dañada.

A las poblaciones de flora y fauna les tomará una década recuperarse y adaptarse a su nueva realidad, según Filiuta. Y posiblemente les tome más tiempo a los millones de ucranianos que vivían allí.

En Maryinske, la comunidad agrícola, están revisando los archivos en busca de registros de viejos pozos, los cuales hallarán, limpiarán y analizarán para determinar si el agua sigue siendo potable.

“Porque un territorio sin agua se convertirá en un desierto”, dijo el alcalde.

Más allá, toda Ucrania tendrá que lidiar con la cuestión de si se debe restaurar el embalse o pensar en un futuro distinto para la región, su suministro de agua y una amplia extensión de territorio que repentinamente quedó expuesta a especies invasoras, tal como fue vulnerable a la invasión que provocó el desastre en primer lugar.

“Las peores consecuencias probablemente no nos afecten directamente, no a mí, ni a ti, sino más bien a las futuras generaciones, porque (el alcance de) este desastre causado por el hombre no es fácil de captar”, dijo Filiuta. “Las consecuencias que vendrán serán para nuestros hijos o nietos, tal como somos nosotros los que ahora experimentamos las consecuencias del desastre de Chernóbil, no nuestros ancestros”.

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Hinnant informó desde Paris y Novikov desde Kiev. Los periodistas de The Associated Press Jamey Keaten, en Kiev, y Volodymyr Yurchuk, en Jersón, Ucrania, contribuyeron a este despacho.

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