LISBOA (AP) — El papa Francisco les dijo a los jóvenes el domingo que la Iglesia católica los necesita y los instó a seguir sus sueños, en el cierre de la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal con una gran misa al aire libre y el anuncio de que la próxima edición se celebraría en Asia por primera ocasión en tres décadas.
La noticia de que Seúl, Corea del Sur, albergará la Jornada Mundial de la Juventud en 2027 fue un reflejo de la creciente importancia del continente asiático para la Iglesia católica, dado que allí la Iglesia es joven y está creciendo, mientras que en las tierras tradicionalmente cristianas de Europa se está marchitando.
Francisco hizo el anuncio al término de la misa ante unos 1,5 millones de peregrinos, muchos de los cuales acamparon durante la noche en un parque de Lisboa para poder estar en la gran final del festival católico. Con ellos había unos 700 obispos y 10.000 sacerdotes, según el Vaticano.
Más tarde, antes de partir, Francisco fue a dar las gracias a algunos de los cerca de 30.000 voluntarios internacionales del evento. Se reunieron a orillas del río a pesar del calor de la tarde, que alcanzó los 40 grados Celsius (104 grados Fahrenheit) y llevó a las autoridades a emitir una alerta de clima extremoso. El pontífice se veía incómodo bajo el calor cuando recorrió el lugar en un papamóvil descapotable, pero tenía un aspecto más tranquilo al pronunciar un discurso desde un escenario a la sombra.
Francisco se apegó en gran parte al guion previsto para el domingo, aunque volvió a saltarse gran parte de su homilía preparada, continuando con las improvisaciones que han caracterizado su viaje de cinco días a Portugal para presidir la edición en Lisboa de la Jornada Mundial de la Juventud.
Al inicio de su papado de 10 años, Francisco solía salirse del guion e ignorar sus discursos preparados, aparentemente inspirado por el momento para interactuar directamente incluso con enormes multitudes de personas. En los últimos años se ha atenido más a los planes, especialmente en visitas a lugares donde los cristianos son minoría o el público podría no apreciar su estilo informal.
Pero en Lisboa ha vuelto a verse en terreno familiar, con muchas personas que pueden seguir con facilidad su español natal y parecen apreciar su forma más coloquial de comunicarse. También parecieron apreciar la enorme asistencia.
“No me imaginaba que fuera a venir tanta gente”, dijo Ana García Prat, peregrina española de 23 años, que estaba en Lisboa. "No me imaginaba en mi cabeza una misa con tanta gente de todos los lugares".
Francisco instó el domingo a los jóvenes a seguir sus sueños y no tener miedo de fracasar, un tema que Juan Pablo II repitió a menudo durante su cuarto de siglo de jornadas juveniles.
“A ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo, y que quieren luchar por la justicia y la paz", dijo Francisco. “Que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero les parece insuficiente”.
“La Iglesia y el mundo les necesitan, la tierra necesita la lluvia”, afirmó.
“¡No tengan miedo!”, puntualizó el pontífice.
Francisco hizo una mención especial a Juan Pablo II, y recordó cómo él inició las JMJ en la década de 1980 para inspirar a la siguiente generación de católicos. Fue ese papa quien presidió una de las JMJ más multitudinarias, en Manila, Filipinas, en 1995, la última y única vez que se celebró en Asia.
Después de que Francisco anunció que Seúl acogería la edición de 2017, jóvenes surcoreanos entusiasmados saltaron al escenario con una enorme bandera de su país. Hace medio siglo, los católicos representaban aproximadamente el 1% de la población surcoreana, mientras que ahora son el 10% de sus 50 millones de habitantes, y las estadísticas del Vaticano muestran que más de 100.000 personas son bautizadas cada año en el país.
El arzobispo de Seúl, Peter Soon-taek Chung, declaró a la prensa que esperaba que “con suerte” acudieran a Seúl más peregrinos que los cerca de 300.000 que asistieron a la edición de Sydney en 2008. Dijo que uno de los objetivos sería revitalizar la pastoral juvenil en Corea del Sur, que, según él, había sufrido durante la pandemia de COVID-19, con un menor número de jóvenes católicos que asistían a misa.
Francisco no prometió estar en Seúl; en 2027 tendrá 90 años. Pero señaló que habrá una ocasión previa para un festival juvenil en 2025, cuando el Vaticano acoja un año de jubileo que se prevé atraiga a Roma a más de 30 millones de peregrinos.
Jonghchan Chan, un peregrino surcoreano, se encontraba en las festividades de Lisboa al momento del anuncio y expresó su preocupación por el clima, ya que, si se lleva a cabo en agosto, el calor podría ser un problema. Esta misma semana se pidió que se acortara una gran concentración internacional de scouts en Seúl debido al excesivo calor.
“Estoy muy contento, pero un poco preocupado porque tenemos que dar la bienvenida al resto de la gente”, declaró el joven de 33 años de edad. “Será un poco preocupante, pero lo haremos posible”.
En Lisboa, los jóvenes soportaron temperaturas de 38 ºC (100 ºF) el sábado para conseguir sitio en la vigilia de la noche e incluso tuvieron que desafiar temperaturas más altas el domingo a mediodía.
Muchos se despertaron el domingo cuando el sol se elevaba sobre el río Tajo tras pasar la noche en colchonetas, catres o sobre la tierra para estar en el lugar de la misa de Francisco. Desde el amanecer, un sacerdote pinchadiscos empezó a poner himnos cristianos y reggae a través del sistema de sonido.
El mensaje de Francisco esta semana ha sido de inclusividad, y recalcó que “todos, todos, todos” tienen un lugar en la Iglesia. Eso encaja con su mensaje de que la Iglesia no es un espacio de reglas rígidas que sólo permite la entrada a los que son perfectos, sino un “hospital de campaña” para almas heridas en el que todos son bienvenidos.
El cardenal de Lisboa, Manuel Clemente, dijo que el papa quería que el evento fuera “abierto a todos, mostrando la amplitud del Evangelio, que no excluye a nadie y está abierto a todos”.
“En el mundo de hoy es muy importante aceptarnos como somos y conocer nuestro lugar como cristianos y validarlo”, dijo Doriane Kilundum, una peregrina de 23 años de la República Democrática del Congo. “Apoyamos de verdad el mensaje del papa y estamos felices de estar aquí”.
Kilundu dijo que la experiencia de pasar la noche en el campo, con otros 1,5 millones de fieles, era algo sin precedentes para ella y otros peregrinos congoleños.
“Estoy acompañada por chicas jóvenes de mi país que por primera vez se ven con gente de otros lugares, y comprender que somos una sola nación, y para nosotros es hermoso”, dijo.
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Filipe Bento y Jorge Jerónimo contribuyeron a este despacho.
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