OKUMA, Japón (AP) — En una pequeña sección de la sala de control central de la planta nucleoeléctrica de Fukushima Daiichi, en el noreste de Japón, el interruptor de transferencia de agua tratada está encendido. Un gráfico en un monitor de una computadora cercana muestra un descenso constante de los niveles de agua a medida que las aguas residuales radiactivas tratadas se diluyen y se vierten en el océano Pacífico.
En la zona costera de la planta, dos bombas de agua de mar están en funcionamiento, bombeando torrentes de agua de mar a través de tuberías de color azul celeste hacia el gran colector donde el agua tratada, que desciende a través de una tubería negra mucho más delgada desde los tanques de la cima de la colina, se diluye cientos de veces antes del vertido.
El sonido del agua radiactiva tratada y diluida fluyendo hacia una piscina secundaria subterránea se escuchó desde debajo de la tierra durante la primera visita a la planta realizada el domingo por los medios de comunicación, entre ellos The Associated Press, desde que comenzó el polémico vertido.
“La mejor forma de eliminar el agua contaminada es retirar los restos de combustible fundido”, declaró el portavoz de Tokyo Electric Power Company Holdings, Kenichi Takahara, que acompañó a la prensa extranjera en la visita del domingo.
Pero Takahara dijo que la escasez de información del interior de los reactores dificulta enormemente la planificación y el desarrollo de la tecnología robótica necesaria y de una instalación para la retirada del combustible fundido.
“La liberación de los restos de combustible fundido no es como si pudiéramos sacarlo y ya está”, afirmó.
Los grupos pesqueros se han opuesto rotundamente al vertido de agua tratada, previsto para décadas, y los países vecinos lo han criticado. En respuesta, China prohibió inmediatamente las importaciones de mariscos de Japón. En Seúl, miles de surcoreanos protestaron el fin de semana para condenar el vertido y exigir a Japón que lo mantenga en depósitos.
El Ministerio del Exterior de Japón emitió el domingo una recomendación para que los ciudadanos japoneses que viajen a China sean extremadamente cautelosos. Añadió que la embajada japonesa, consulados y escuelas japoneses en China han sido objeto de actos de acoso, incluyendo llamadas telefónicas en masa, e instó a los japoneses que se encuentran en territorio chino a mantenerse alejados de esos lugares y de protestas por la liberación del agua, además de evitar hablar japonés en voz alta para no llamar la atención.
Para la accidentada Fukushima Daiichi, la gestión del creciente volumen de aguas residuales radiactivas almacenadas en más de 1.000 tanques ha sido un riesgo para la seguridad y una carga desde la fusión el 11 de marzo de 2011. Los tanques ya se encuentran llenos al 98% de su capacidad de 1,37 millones de toneladas.
Su liberación marca un hito en el desmantelamiento de la central, que se espera que dure décadas. Pero es tan solo el comienzo de los desafíos que le esperan, como la remoción de los restos de combustible fundido fatalmente radiactivo que permanecen en los tres reactores dañados, una tarea de enormes proporciones si alguna vez se logra.
El operador, Tokyo Electric Power Company Holdings (TEPCO), comenzó a liberar el primer lote de 7.800 toneladas en 10 de los tanques del grupo B, que contienen parte del agua tratada menos radiactiva de la planta.
Afirman que el agua es tratada y diluida a niveles que son más seguros que los estándares internacionales y, hasta ahora, los resultados de las pruebas realizadas por TEPCO y agencias gubernamentales revelan que la radiactividad en el agua de mar y en las muestras de peces tomadas después de la liberación estaba por debajo de niveles detectables.
El gobierno japonés y TEPCO afirman que liberar el agua es un paso inevitable en el desmantelamiento de la planta.
El terremoto y el tsunami de marzo de 2011 destruyeron los sistemas de refrigeración de la planta y provocaron el derretimiento de tres reactores. El agua de refrigeración altamente contaminada aplicada a los reactores dañados se filtró continuamente a los sótanos de los edificios y se mezcló con agua subterránea. El agua se recoge y se recicla parcialmente como agua de refrigeración después del tratamiento, y el resto se almacena en los tanques.
La liberación, que inició a un ritmo diario de 460 toneladas, avanza lentamente. TEPCO señala que planea liberar 31.200 toneladas de agua tratada para fines de marzo de 2024, lo que vaciará apenas 10 tanques de 1.000 debido a la producción continua de agua radiactiva.
El ritmo se acelerará más adelante y aproximadamente 1/3 de los tanques serán retirados en los próximos 10 años, liberando espacio para el desmantelamiento de la planta, dijo el ejecutivo de TEPCO Junichi Matsumoto, quien está a cargo de la liberación de agua tratada. Añadió que el agua se liberará gradualmente a lo largo de 30 años. Pero mientras el combustible derretido permanezca en los reactores, según las perspectivas actuales, necesitará agua de refrigeración.
En el interior de los reactores permanecen unas 880 toneladas de combustible nuclear radiactivo fundido. Las sondas robóticas han proporcionado cierta información, pero el estado de los restos derretidos sigue siendo en gran medida desconocido y la cantidad podría ser incluso mayor, afirma Takahara, portavoz de TEPCO.
Se tiene previsto que a finales de año inicie un retiro de prueba de escombros derretidos mediante el uso de un enorme brazo robótico controlado a distancia en la Unidad dos, aunque se realizará en una cantidad muy pequeña, indicó Takahara.
El retiro de combustible usado del estanque de enfriamiento del reactor de la Unidad 1 está programado para 2027. El reactor aún está cubierto con escombros de la explosión de hace 12 años y se necesita limpiar antes de colocarle una capa protectora para contener el polvo radioactivo.