Los salvadoreños celebran este domingo elecciones presidenciales y legislativas en una cita que se antoja un mero trámite para Nayib Bukele, a quien no parece que le pasará factura el hecho de haberse servido de una judicatura que controla para poder reinterpretar la Constitución y presentarse a la reelección.
Bukele tiene todas las papeletas para ser elegido en primera vuelta. Según los últimos sondeos, el presidente contaría con un 80 por ciento de los votos, muy por encima del 50.01 necesario para evitar una segunda ronda. Sus cinco oponentes por sí solos ni siquiera alcanzarían juntos el 15 por ciento.
A pesar de que son seis los artículos de la Constitución que prohíben la reelección inmediata, una reinterpretación que hicieron de la misma los jueces del Tribunal Supremo de Justicia que quedaron tras una purga que supuso la salida de cinco de ellos en mayo de 2021, sirvió a las autoridades electorales para aprobar su candidatura, en la que también repite como vicepresidente Félix Ulloa.
Los magistrados establecieron que bastaba con que el presidente podía ser reelegido si técnicamente no ostentaba el cargo, para ello debía solicitar a una Asamblea que controla una licencia durante los seis meses previos al arranque formal del siguiente mandato, que no arranca hasta el 1 de junio de 2024.
Conscientes de que será casi imposible evitar que Bukele salga elegido este domingo, la oposición confía al menos en discutirle la mayoría en el Congreso y frenar el control que tiene del Estado --gracias al cual logró presentar esta nueva candidatura-- y evitar así que pueda preparar un posible tercer mandato.
Nayib Bukele, el “dictador cool”
Bukele será reelegido presidente de El Salvador con una mayoría aplastante, si se cumplen las encuestas. Hace dos años, cuando comenzaron las primeras críticas sobre sus maneras de gobernar, respondió con ironía y se definió como el “dictador más cool del mundo”, un título que ostentó sobre todo en redes sociales, una herramienta fundamental para entender su meteórica popularidad.
A pesar de que han sido varias las organizaciones internacionales de Derechos Humanos que han cuestionado sus métodos para luchar contra la violencia en su país, han sido gracias a ellos que este domingo vencerá en las elecciones. Sus planes han calado de tal forma que ya son muchos los que piden que se extrapolen a una región donde la violencia y el crimen organizado es un mal endémico desde hace décadas.
De acuerdo con las cifras que ha facilita el Gobierno salvadoreño, se han reducido drásticamente los homicidios --según éstas es el país de América con menos asesinatos solo por detrás de Canadá-- y al menos 74 mil personas han sido detenidas por sospechas de vínculos con las pandillas, con las que él mismo Bukele negoció en 2019 cuando llegó a la Presidencia.
Sin embargo, en marzo de 2022, cuando la Mara Salvatrucha asesinó en apenas 24 horas a más de 80 personas, Bukele impuso un estado de excepción que sigue aún vigente y que suspende algunos derechos constitucionales, como el de expresión, reunión y organización, lo que ha mermado un poco más aún a una débil oposición que podría ver como el populista Nuevas Ideas se convierte en partido hegemónico.
Oposición al borde de desaparecer
Los candidatos de la oposición cerraron el sábado pasado sus campañas electorales. Entre ellos están el exdiputado Manuel Flores, del izquierdista Frente Martí para la Liberación Nacional (FMLN), y el empresario afincado en Estados Unidos Joel Sánchez, de la conservadora Alianza Republicana Nacionalista (Arena), quienes juntos lograrían un testimonial 6 por ciento de los votos.
Ambas formaciones dominaron por completo la vida política del país tras la guerra civil (1980-1992), hasta que en 2019 irrumpió Bukele, que se ha beneficiado también de la inoperancia de una oposición en entredicho tras décadas de crisis de seguridad, económicas y desconfianza por los numerosos casos de corrupción.
El declive de Arena y el FMLN, a los cuales se les reprocha una supuesta falta de compromiso para renovarse internamente, se hizo más patente en las elecciones municipales y legislativas de 2021, en las que el partido de Bukele se estrenaba en la Asamblea ocupando 56 de los 84 escaños de entonces.
El alcance de Bukele es tal que se espera que Nuevas Ideas devore a quienes fueron sus aliados en esta legislatura --Gran Alianza por la Unidad (GANA), el Partido de Concertación Nacional (PCN) y los democristianos del PDC--, para quienes estas elecciones, según las encuestas, supondrán su salida del Parlamento.
Además del presidente, los algo más de 6 millones de salvadoreños con derecho a voto están llamados también a elegir la conformación de la Asamblea Nacional, que en estas elecciones pasará a tener 60 en vez de 80 escaños, tras una reforma electoral que limita aún más el alcance de respuesta de la oposición.