Por tercera vez desde su llegada al poder, el presidente de EE. UU., Donald Trump, mantuvo una conversación telefónica con el jefe de Estado ruso, Vladimir Putin. Ambos interpretan los resultados de manera diferente.Durante dos horas conversaron el lunes por la noche el presidente estadounidense Donald Trump y el jefe del Kremlin, Vladimir Putin. Mientras Trump habló de antemano de un "día muy importante”, Putin ni siquiera llamó desde el Kremlin.
Estaba conectado desde una escuela en las afueras de Krasnodar, en el sur de Rusia, según informó el servicio de prensa del presidente ruso.
Incluso antes de su conversación telefónica podía surgir fácilmente la impresión de que Washington daba mucha más importancia a esta llamada que Moscú, y esa impresión no cambiaría después.
Trump entusiasta, Putin sobrio
Las reacciones de ambos al intercambio telefónico difícilmente podrían haber sido más distintas: Trump reaccionó con entusiasmo y habló de grandes avances. Según el presidente estadounidense, Rusia y Ucrania iniciarían de inmediato negociaciones de paz directas. Las condiciones serían negociadas entre ambas partes. Rusia querría comerciar con EE. UU. una vez finalizado el "baño de sangre” en Ucrania, y ello podría crear una enorme cantidad de empleos y generar mucho dinero. El potencial, dijo, era ilimitado. Ucrania también podría beneficiarse del comercio si se reconstruía el país.
Putin, en cambio, reaccionó de forma mucho más sobria: la conversación había sido "abierta, informativa y útil”. Rusia abogaba por una solución pacífica y estaba dispuesta a trabajar con Ucrania en un "memorando para un futuro acuerdo”; sin embargo, el jefe del Kremlin no precisó en qué consistiría exactamente.
En tono y contenido, ambas reacciones fueron "radicalmente” diferentes, analiza la americanista de origen ruso Alexandra Filipenko, en entrevista con DW. Según ella, la conversación no hizo avanzar a nadie: "Han acordado seguir acordando, como tantas veces”.
Putin consolida su posición
Filipenko destaca que, una vez más, Putin mencionó en su respuesta que debían eliminarse las "raíces del conflicto”. Con ello se refiere a que Ucrania renuncie a ingresar en la OTAN y reconozca como territorio ruso las regiones anexionadas por Moscú.
Kiev ya ha rechazado estas exigencias por inaceptables. En comparación con 2022, afirma la politóloga, Putin "no se ha movido ni un centímetro de su postura”. Al contrario: "El jefe del Kremlin ha consolidado su posición. No se puede hablar de ningún avance”.
El politólogo ruso Mijaíl Komin, radicado en Viena, califica las reacciones de Putin y Trump como un "vacío ensordecedor”.
Ambos sabían que no lograrían convencer al otro de sus argumentos. En entrevista con DW, se pregunta: "¿De qué hablaron durante dos horas?”. Komin sospecha que en realidad se trató de otros temas, sobre todo, de las relaciones económicas bilaterales entre Rusia y EE. UU., "dado que Trump ya se muestra tan entusiasmado por reanudar las relaciones comerciales con Rusia”.
Para Ucrania y sus aliados europeos eso no es una buena señal, "porque el plan de Vladimir Putin de dilatar las negociaciones está funcionando”. Ese plan consta de dos puntos: primero, no provocar a Trump para evitar que aumente su apoyo a Ucrania. Esto incluye sanciones adicionales contra Rusia o nuevas y más grandes entregas de armas a Ucrania. "El Kremlin quiere que Trump, al menos, se mantenga neutral”, analiza Komin. Y lo está consiguiendo.
El segundo punto de la estrategia de Putin consiste en no aceptar nada, rechazarlo todo, no hacer concesiones y continuar el ataque contra Ucrania. El Kremlin no ve razones para terminar la guerra ahora, porque, según su visión, la situación en el frente evoluciona a favor de Rusia. Tampoco se puede hablar de un aislamiento global de Rusia. En este contexto, el "memorando” con Ucrania que Putin estaría dispuesto a firmar no es más que una especie de declaración de intenciones, critica Filipenko, y califica el documento de "inútil", ya que no obliga a nada.
¿Una puesta en escena de Trump para su electorado?
La entusiasta reacción de Trump al teléfono con Putin sería más bien un espectáculo para su electorado interno, concluye Filipenko. Y eso no tendría nada de especial, "porque Donald Trump siempre habla así”.
La politóloga ve el futuro de las conversaciones sobre Ucrania más bien en manos del Departamento de Estado de EE. UU. y, sobre todo, del Congreso estadounidense, que podría aprobar nuevas sanciones como castigo contra Rusia.
Pero eso aún está lejos. Por ahora, no hay presión sobre Putin, dice Filipenko. Trump podría haber amenazado con sanciones, "pero, en lugar de eso, habla de oportunidades comerciales para atraer a Putin a negociaciones de paz”.
El presidente estadounidense sostiene que puede lograr la paz a través del comercio. Solo que "a alguien como Vladímir Putin no le impresiona en absoluto esa táctica. Está absolutamente convencido de que conseguirá todos los acuerdos necesarios de una forma u otra”.
Filipenko no ve ninguna posibilidad de una paz cercana en Ucrania y subraya, nuevamente, la importancia de las decisiones del Congreso estadounidense. Ahora que está claro que "Putin está llevando de las narices a Trump", sostiene, el Congreso de EE. UU. debería actuar, sostiene convencida. De lo contrario, la situación será grave para Ucrania.
(gg/cp)