Con un programa de acción inmediata, el nuevo Gobierno federal busca reactivar la economía alemana. Sin embargo, los expertos ven pocas posibilidades de una recuperación rápida.Una recesión implica que la economía se contrae. Alemania es el único país de la Unión Europea en el que esto ocurre desde hace dos años. En 2024 se cerraron más empresas que en cualquier otro año desde 2011, durante la gran crisis financiera y económica. Los sectores más afectados siguen siendo aquellos con un alto consumo energético, debido a los elevados precios de la electricidad. Pero también influyen la escasez de trabajadores y personal cualificado en una sociedad envejecida, así como los altos costos generados por el exceso de burocracia, que se reflejan en más cierres empresariales.
El nuevo Gobierno alemán asumió el mandato con la promesa de mejorar la situación de forma rápida y sostenible. Pero una cura espontánea no es posible ni probable. Esta es la conclusión del consejo asesor económico del gobierno. En su informe de primavera, el Consejo de Expertos en Economía habla de una "fase de marcada debilidad” y descarta prácticamente una recuperación a corto plazo.
Competitividad internacional en declive
Para 2025, los cinco economistas del consejo pronostican estancamiento, es decir, una fase de crecimiento igual a cero. En 2026, la economía podría recuperarse ligeramente con un crecimiento del 1 %. Pero desde el punto de vista de los expertos, no está garantizado en absoluto que Alemania vuelva, a mediano o largo plazo, a la senda del éxito económico.
La economía alemana ha perdido competitividad a nivel mundial. Un punto de inflexión fue la invasión rusa a Ucrania en 2022 y el cese del suministro de gas ruso. El exitoso modelo económico alemán -producir con energía barata e ingeniería de punta productos con demanda a nivel global- ha dejado de existir desde entonces.
Donald Trump frena las exportaciones alemanas
A esto se suman problemas internos. "Las exigencias burocráticas y los largos procesos de aprobación frenan el crecimiento económico”, señala el informe de los llamados "sabios de la economía”. También influye negativamente el presidente estadounidense, Donald Trump: su política arancelaria pone en riesgo el crecimiento económico mundial, pero afecta de forma especialmente negativa a la economía alemana, orientada a la exportación.
Para aliviar la carga sobre las empresas, la ministra de Economía, Katherina Reiche, anunció que antes de mediados de julio se pondrán en marcha las primeras medidas. Entre ellas, la reducción del impuesto sobre la electricidad y reformas iniciales en el mercado laboral, según declaró la política de la conservadora Unión Demócrata Cristiana ( CDU) en un foro económico. Se prevén más medidas antes de que finalice el año. El crecimiento es la prioridad del momento, y el gobierno quiere generar impulso, también mediante una rebaja de los impuestos a las empresas.
Se necesitan nuevos modelos de negocio
Los expertos exigen al gobierno una visión realista del futuro. No se debe intentar conservar empleos que no son viables a largo plazo. "Una política económica que intenta frenar el cambio estructural con subsidios no puede tener éxito a largo plazo”, afirmó Monika Schnitzer, presidenta del Consejo de Expertos. En lugar de ello, se debe promover de forma específica la transición hacia nuevos modelos de negocio y profesiones.
Un rayo de esperanza representa el paquete financiero multimillonario que los partidos gobernantes CDU/CSU (conservadores) y SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) pusieron en marcha con el apoyo de Los Verdes, inmediatamente después de las elecciones federales. Se invertirán 500.000 millones de euros en los próximos doce años para renovar la infraestructura deteriorada.
Muchos alemanes trabajan a tiempo parcial
El nuevo canciller federal, Friedrich Merz, subraya una y otra vez que la población en Alemania debe trabajar más. "Con una semana laboral de cuatro días y enfoque en el equilibrio entre vida y trabajo, no podemos mantener nuestro nivel de prosperidad”, declaró recientemente en el Consejo Económico de la CDU. Como medidas concretas mencionó la flexibilización de la jornada laboral y estímulos para que las personas continúen trabajando voluntariamente después de la edad de jubilación.
Es cierto que se necesitan incentivos para aumentar la participación en el mercado laboral, afirmó la economista Veronika Grimm. Ve un gran potencial especialmente en una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, por ejemplo, mejorando la oferta de guarderías. Pero, ¿cómo se puede ampliar esa oferta si faltan educadores y educadoras?
El problema radica en una sociedad envejecida, en la que cada vez hay más jubilados y menos personas activas laboralmente. Por ello, Grimm insiste en que es crucial aumentar la productividad con menos mano de obra. Esto puede lograrse mediante la digitalización y la reducción de la burocracia.
(gg/cp)