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Conferencia de los Océanos: ¿infraestructura para islas que desaparecerían?

Son sobre todo los países insulares del Caribe y el Pacífico los afectados por el alza del nivel del mar. La cooperación internacional está dispuesta a poner el hombro. ¿Y si desaparecen?Durante la Conferencia de los Océanos en Niza, Tuvalu ha sido un ejemplo de los más dramáticos: para el 2050, este país insular constituido por cuatro arrecifes de coral y cinco atolones, va a tener un 50 por ciento de su territorio inundado. Para el 2100, un 90 por ciento de su territorio estará bajo agua debido al cambio climático y al alza del nivel del mar. "Es decir, en 75 años casi no existirá", explica a DW Giuseppe Mancinelli, director regional adjunto de Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) para América Latina y el Caribe.

En una situación parecida a la de la polinésica Tuvalu, están en el Caribe las más de 365 islas del archipiélago de Guna Yala, perteneciente a Panamá. Según el ministerio del Ambiente de Panamá, para el 2050 ninguna de estas islas sería habitable. En la otra costa de América Central, el panorama es igual de sombrío: paraísos naturales como, por ejemplo, la isla del Coco, perteneciente a Costa Rica, podrían haber desaparecido para el 2100.

Propuestas nacionales no faltan

Costa Rica, coanfitriona junto con Francia de esta tercera conferencia dedicada al pulmón azul del planeta, impulsa la iniciativa de proteger un 30 por ciento del territorio y un 30 por ciento del océano hasta el 2030. En su haber está también un plan enfocado en el Parque Nacional Isla del Coco, que integra ―de manera sustentable― a las comunidades oceánicas.

"Hay mucha sensibilidad por parte de todos los países, de los jefes de Estado y ministros del Ambiente. Hay referencias claras a la amenaza que enfrenta el pulmón del planeta", cuenta Giuseppe Mancinelli.

"Se presentan las iniciativas que cada país lleva a cabo. No obstante, falta una conciencia más colectiva, un esfuerzo a nivel internacional. Hay propuestas para regular la pesca de arrastre, la ilegal, para que el 30 por ciento de las zonas marinas sean áreas protegidas. Pero es complejo, hay muchos intereses y muchas asperezas por limar. Uno de los aspectos más importantes es que cada país ponga en evidencia su problemática y se genere una conciencia colectiva", afirma el especialista de UNOPS.

La problemática insular

En cualquier caso, urge actuar, más aún sabiendo que para los territorios insulares no queda mucho tiempo. La crisis del cambio climático no implica solamente el incremento de las temperaturas del océano y el aumento del nivel del mar, sino también los fenómenos meteorológicos extremos como tsunamis, huracanes, inundaciones.

"Por eso, UNOPS está apoyando, en la St. Martin holandesa, la construcción de una cárcel con infraestructura que pueda resistir huracanes de nivel cinco y hasta de nivel seis", informa Mancinelli. En Barbados está reconstruyendo el Queens Elizabeth Hospital, siguiendo el enfoque de resiliencia, que incluye materiales locales y el conocimiento de las comunidades.

"En la costa caribe de Nicaragua, después de los huracanes, Iota y Eta, comenzamos a adoptar soluciones basadas en la naturaleza, como las dunas de arena que estabilizan la costa y permiten una flora y una biodiversidad resiliente", apunta.

Crisis climática y crisis de financiación

En este sentido, con apoyo de los bancos multilaterales (Banco Mundial, Banco Centroamericano de Inversión Económica, la CAF, Banco Interamericano), esta agencia de Naciones Unidas apoya a los pequeños países insulares -que tienen poco acceso a financiación- a detectar infraestructuras críticas adaptadas a los cambios que vendrán en los próximos veinte o treinta años.

"Puertos, hospitales, carreteras, escuelas tienen que ser construidas con infraestructura resiliente", ilustra el especialista de UNOPS. Inversiones público-privadas y la cooperación internacional están detrás de estos proyectos.

La Unión Europea (UE), por ejemplo, dedica el 73 por ciento de su presupuesto de cooperación con Cuba a la transición ecológica y la adaptación. Según información oficial, las inversiones y la cooperación europeas tienen en cuenta la especificidad de la región y la vulnerabilidad intrínseca de estos Estados y sus pequeñas economías expuestas a constantes choques externos. "Aunque la UE no es el único actor, su presencia en el Caribe es fuerte, pues sabe de las necesidades imperiosas y urgentes de estos países", subraya Mancinelli.

¿Con infraestructura, pero bajo el agua?

Como fuere, según previsiones de la ONU, de seguir a este ritmo, el nivel del mar crecerá entre el 2050 y el 2100 entre diez y veinte centímetros. Muchas islas del Caribe quedarían sumergidas o inhabitables; países insulares como Antigua o Barbuda se verían gravemente afectados.

En este contexto, ¿cuánta importancia tiene dedicarse a la infraestructura resistente en territorios que desaparecerían? "Más allá de la afectación a los países insulares, se trata de una problemática global. Y, efectivamente, si no hay una mejora global, no es una infraestructura la que puede solucionar una situación de este tipo, pero puede paliar la situación de un país", responde Mancinelli.

"Estamos hablando de un bien colectivo que representa el 70 por ciento de la superficie terrestre. Hay muchos intereses en juego; también crece la conciencia de que el mar tiene que ser salvado y sanado", concluye el especialista de la UNOPS.

(rml)

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