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Escepticismo sobre el acuerdo de paz en República Democrática del Congo

La República Democrática del Congo y los rebeldes de AFC/M23 firmaron una declaración de principios con el objetivo de sentar las bases para la paz en el este. Pero los analistas afirman que el acuerdo es demasiado vago.En una declaración de principios, firmada bajo mediación catarí en Doha el sábado (19.07.2025), el Gobierno congoleño y el grupo armado AFC/M23 reafirman su compromiso de buscar una solución pacífica al conflicto mediante la negociación, de conformidad con los principios de la Constitución de República Democrática del Congo, la Unión Africana y la ONU.

El documento compromete a ambas partes a un alto al fuego permanente, la prohibición de ataques aéreos, terrestres, marítimos y desde lagos, así como de actos de sabotaje, propaganda de odio y cualquier intento de obtener nuevas posiciones por la fuerza. También acordaron abstenerse de cualquier acción que pueda socavar el proceso.

"Lo que convierte este texto en un avance significativo es que está vinculado con un cronograma claro", comenta a DW Yvon Muya, profesor de la Escuela de Estudios de Conflictos de la Universidad de Saint Paul, en Ottawa, Canadá.

"Se espera que la implementación comience el 29 de julio y las negociaciones para un acuerdo de paz integral inicien el 8 de agosto", dice Muya a DW.

Estas conversaciones estarán alineadas con el acuerdo de Washington entre República Democrática del Congo y Ruanda, que entra en vigor la próxima semana. El objetivo es alcanzar y firmar este acuerdo de paz integral en el plazo de un mes.

Respeto a la integridad territorial y restablecimiento de la autoridad estatal

Otro punto clave reconocido por ambas partes es el restablecimiento de la autoridad estatal en todo el territorio nacional. Esto implica el retorno de las instituciones estatales (el Ejército, la Policía, el poder judicial y la administración civil) a las zonas actualmente bajo control de los rebeldes de AFC/M23.

"Una de las cláusulas más importantes de la declaración de intenciones es el énfasis en extender el control y la autoridad del Estado a todo su territorio", señala el enviado especial de Estados Unidos para África, Massad Boulos, quien asistió a la ceremonia de la firma.

Pero, a pesar de este optimismo, pocas horas después de la firma comenzaron a surgir divergencias. Por un lado, Kinshasa aseguró haber logrado el compromiso de los rebeldes de retirarse de las zonas ocupadas.

"Esta declaración tiene en cuenta las líneas rojas que siempre hemos defendido, en particular la retirada innegociable de AFC/M23 de las zonas ocupadas", escribió el portavoz del Gobierno, Patrick Muyaya, en la red social X.

Por su parte, el grupo rebelde respondió rápidamente, acusando al Gobierno de Kinshasa de mala fe. "La AFC/M23 no se retrocederá ni un metro. Nos quedaremos donde estamos", declaró Benjamin Mbonimpa, jefe de la delegación rebelde en Doha.

El reto de la implementación

Según el analista político congoleño Christian Moleka, el principal desafío, tanto del acuerdo de Washington entre República Democrática del Congo y Ruanda, como del acuerdo firmado en Doha, sigue siendo la implementación.

"¿Será diferente de los acuerdos anteriores en términos de implementación sostenida? La cuestión es: ¿existe voluntad política para llevarlo a cabo hasta el final?", se pregunta Moleka.

El experto expresa sus dudas sobre si todas las partes realmente desean una paz duradera y si los mecanismos de monitoreo funcionarán mejor esta vez que en el pasado.

Los firmantes se han comprometido a adoptar medidas de fomento de la confianza para tranquilizar a la población congoleña e impulsar un clima propicio para el diálogo.

La declaración destaca la urgente necesidad de implementar estas medidas, incluyendo la creación, con el apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja, de un marco que, de conformidad con la legislación congoleña, permita la liberación de los prisioneros o detenidos identificados por ambas partes.

También prevé el retorno seguro, voluntario y digno de los refugiados y las personas desplazadas.

Aún se necesita un mecanismo de monitoreo

No todos los cabos están atados. El documento no incluye sanciones por incumplimiento del acuerdo. Cabe destacar que el texto no menciona mecanismos de justicia, un punto importante aún lejos de resolverse. Incluso el acuerdo de Washington, que debía entrar en vigor el 27 de junio, aún no ha mostrado avances tangibles.

Además, aún no se ha establecido un mecanismo de monitoreo y verificación para definir los términos del alto al fuego y garantizar la implementación de la declaración.

"En teoría, el cronograma está claro y las partes manifiestan sus intenciones, pero la viabilidad de este calendario depende de múltiples factores", analiza Muya, que, al mismo tiempo, destaca la sinceridad de los compromisos, la presión de los actores regionales y sobre todo la capacidad de convertir los principios en acciones sobre el terreno.

Estados Unidos, en particular bajo la administración de Donald Trump, ha ejercido presión para lograr un acuerdo de paz duradero en República Democrática del Congo y la región de los Grandes Lagos.

Según Qatar, "la responsabilidad de implementar este acuerdo recae principalmente en ambas partes, es decir, el Gobierno de Kinshasa y el grupo rebelde AFC/M23".

(rr/ms)

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