En la era digital, renovar dispositivos parece una rutina inevitable. Sin embargo, detrás de este hábito se esconde un fenómeno poco visible pero con gran impacto: la obsolescencia programada, una práctica que consiste en diseñar productos con una vida útil limitada para que los consumidores los reemplacen rápidamente por versiones más modernas.
De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), este tipo de prácticas afectan principalmente a dispositivos electrónicos y electrodomésticos, productos de uso cotidiano que, al desecharse sin control, se convierten en basura electrónica altamente contaminante.

Tipos de obsolescencia programada
Profeco explica que la obsolescencia programada puede presentarse en distintas formas:
- Física: productos fabricados con materiales frágiles o piezas que fallan fácilmente.
- Estética: el diseño queda “anticuado” y motiva su reemplazo.
- Funcional: aunque funcione, deja de ser compatible con nuevas tecnologías.
- Indirecta: el dispositivo se vuelve inútil por falta de refacciones o soporte técnico.
- Percibida: el consumidor cree que su producto ya no sirve, aunque sigue siendo útil.
El reto de la basura electrónica en México
Según datos de Profeco, México genera alrededor de 1.2 millones de toneladas métricas de basura electrónica al año, suficiente para llenar cuatro veces el Estadio Azteca. Estos desechos, al no reciclarse adecuadamente, liberan sustancias tóxicas que contaminan el suelo y el agua, además de contribuir al cambio climático por las emisiones derivadas de su producción y disposición final.

Cómo podemos reducir el impacto
Para enfrentar este desafío, Profeco recomienda adoptar prácticas de consumo responsable y fomentar la economía circular. Algunas acciones concretas son:
- Optar por productos duraderos y de marcas comprometidas con la sostenibilidad
- Reparar en lugar de reemplazar los dispositivos
- Comprar equipos reacondicionados o de segunda mano
- Reciclar en puntos autorizados o donar los aparatos que aún funcionan
- Evitar compras impulsivas y adquirir solo lo realmente necesario

Un llamado a la acción
La lucha contra la obsolescencia programada no depende solo de regulaciones o grandes empresas: también está en manos de los consumidores. Al extender la vida útil de nuestros dispositivos y buscar alternativas de reciclaje, contribuimos a disminuir la contaminación y a preservar los recursos naturales.
En palabras de Profeco, se trata de informarnos, consumir con conciencia y darle una segunda vida a la tecnología.