Conocemos a Martha Chapa por su peculiar forma de ver la vida a través de la pintura y las manzanas son casi siempre protagonistas de su obra. Es una mujer encantadora, sencilla, que asegura disfrutar las cosas simples: una charla, un café, el contacto con la naturaleza, quizá intercambiar ideas sobre el arte. Llega a la entrevista sonriendo. De hecho sonríe ampliamente. De inmediato se nota su calidez; le gusta entrar en confianza para una plática, “si es interesante, mucho mejor”, dice la pintora regiomontana para “romper el hielo”.
Pero más allá de su afabilidad, Chapa destaca por su gran pasión por el amor, por el arte, por la vida; le encanta vivir y saborear cada momento con ardor y entrega.
“¡Cómo no!”, dice, “siempre he vivido rodeada de amor y de arte... por eso, quizá soy tan apasionada”.
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Toma asiento, pone sus manos, una sobre otra, suspira y da a entender que está lista.
Como artista, ¿qué puede decir usted de las manzanas que son prácticamente el elemento omnipresente en su obra?
— Las manzanas se podría decir, son un casi todo... ¿qué es casi un todo? En una manzana encuentro la vida misma... las manzanas encierran sentimientos... emociones... colores... vivencias. Una manzana es la posibilidad de desdoblarme, de tener esa introspección, de conocerme más... de conocer el mundo y de conocer la historia maravillosa de un fruto.
Yo creo que la manzana es la que tiene mayores connotaciones históricas porque no hay ninguna otra fruta que tenga todo este significado. Es la posibilidad, en lo personal, de expresarme y de decir muchas cosas.
Las manzanas tienen una relación importante con la vida. Las hay en forma de corazón, está “la manzana de Adán”, ¿qué otra fruta tendrá otra relación directa con la humanidad?
— La manzana está íntimamente ligada con el ser humano. La manzana y la vida... la manzana y la mujer. Es más, yo suelo decir, porque lo he reflexionado: la manzana es el primer nombre de la mujer... es algo muy cercano a nosotros, adquiere esa posibilidad de ser parte fundamental del ser humano.
Tienen una connotación casi histórica, ¿no cree usted?
— Es el primer fruto que el hombre cultivó, se dice que nació de manera silvestre. Hay todavía un poquito de debate de dónde fue el lugar exacto de su nacimiento... se cree que fue en Asia, pero luego pasa a Europa y de Europa a América. De ahí a multiplicarse porque ya hay más de mil variedades y que es hermosísimo porque nos cuenta historias y las que no nos cuentan, las inventamos.
¿Si no hubiera manzanas, qué sería de usted?
— ¡Inventaría algo!”, responde segura de sí misma. Plasmaría el amor en todos los sentidos.
En su obra hay un poco de erotismo, las manzanas llaman la atención como afrodisiaco
— Puede ser. Tienen mucha fuerza y son sensuales y sexuales... tienen un poder erótico...
¿Qué otra cosa la inspira, además de esta fruta?
— El rostro humano. ¡Me gusta mucho pintar unos ojos!... pintar unas manos; las manos dicen mucho. Me gusta la flora, la fauna, los colibríes. Me gusta la vida, me gusta el amor porque yo creo que todo eso es motivo de inspiración, el tema es algo muy profundo.
Cuando usted inició su carrera, la pintura era casi un patrimonio masculino...
— ¡Por supuesto que me sentí temerosa, claro que sí! De repente me sentía amenazada. Pero cabe aclarar que aún hoy los hombres llevan la batuta...
Pero ha habido un crecimiento de la mujer en el rubro del arte
— La mujer ha crecido mucho, tan es así que creo que por eso hay tanto feminicidio. Hay un rechazo a la fuerza de la mujer y eso me preocupa y me entristece mucho, expresa bajando la mirada y el tono de su voz, que de pronto se vuelve susurro.
Se detiene, reflexiona y continúa: Pero yo estoy cierta a que los dirigentes del gobierno están poniendo todo su empeño en que esto se modifique y es importantísimo porque la mujer es la célula, es el pivote de una sociedad y ya no solamente cumple la función de la maternidad. Yo platico con pintoras jóvenes y me dicen que no se van a casar o hay otras que me dicen que sí se van a casar, pero no van a ser mamás.
Yo tengo una hija que escogió la carrera de la gastronomía y me dice: ‘Mamá, ¿a qué horas voy a atender a un niño o a una niña?, tenerla ahí, semiabandonada ¡pues no!, yo me voy a dedicar a mi carrera´. ¡Qué bueno que piensan así!, la historia del ser humano va cambiando conforme el tiempo va imponiendo ciertas reglas.
La pintura no es el único medio en el que usted ha incursionado con éxito...
— ¡Me gusta muchísimo la cocina!, es una de mis grandes pasiones. Yo pertenezco a una familia muy hermosa y esa familia Chapa-Garza tiene como divisa el amor a la cultura; una tía pintora, la otra, la primera que tuvo la posibilidad de crear el inicio de un movimiento en la cocina regia, y que se entregó en cuerpo y alma.
Yo tuve esas herencias maravillosas... y bueno, un tío generoso que desgraciadamente perdió la vida en un terrible avionazo, pero fue un hombre brillantísimo. También llegó a alcanzar un puesto importante en la historia de Nuevo León, porque llegó a ser gobernador interino un par de años. Hizo una carrera política muy importante, y los hermanos de mis padres todos tuvieron una carrera muy importante: son ingenieros, abogados, médicos. Y mis tías no se quisieron quedar atrás, fue una familia grande y sobre todo amorosa, pero como dije, siempre enfocada en la cultura.
Mi padre decía: ´La cultura, hija es lo más importante´ y me la inculcaron y creo haber asimilado bien esa lección.
¿Cómo ve el panorama de las mujeres pintoras en la actualidad?
— Las veo muy bien, muy puestas en su lugar, con muchos deseos de seguir creciendo, muchas ya dueñas de sí mismas y eso a mí me encanta, que la mujer tenga fuerza, confianza y que se entregue a su trabajo, a su pasión sin miedos, que tome opciones, y lo que es mejor: ya las vemos en todas las trincheras y eso me hace sentir muy orgullosa del género.
Es hermoso ver que la mujer, después de haber tenido siglos de silencio, ahora tome la palabra en todas las trincheras, ya sea en la política, en el arte y en la vida misma.
Viendo al pasado, pero con la mente en el futuro ¿cambiaría usted algo de su carrera?
— La verdad es que no. He vivido una vida que me gusta. Me siento contenta por mi estilo, por mi trabajo, por lo que he hecho, y con lo que está pendiente también. Tengo una serie de pendientes importantes que los quiero cumplir todos.
En mi trabajo plástico me he desarrollado aunque me casé a los 15 años, hice mi preparatoria ya casada. Luego muere mi padre, yo ya tenía muy decidida la carrera de Artes Plásticas, pero como en ese momento muere mi padre tan joven, decidí estudiar Medicina; logré tres años, pero me fui dando cuenta que no era exactamente lo que yo quería, además me había enfermado y entonces fue un viraje muy complicado.
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Pero realmente me sirvió haber estudiado anatomía, saber la maquinaria de un cuerpo y homenajear a mi padre también era mi objetivo, no sólo a través de la carrera de Medicina. Así es que mi vida, por supuesto que no es perfecta, está llena de posibilidades de mejorarla, como todo, pero me siento contenta con quien soy, como soy, porque soy y quiero seguir creciendo y desarrollándome...