Una varilla en forma de “T” se hunde en el terreno. La acción requiere de todo el peso del cuerpo para penetrar la tierra. Al extraerse, es necesario oler la punta —lo hacen personas o perros entrenados— para detectar olor fétido o putrefacto. Esa es la forma más común de buscar personas desaparecidas y que podrían haber sido enterradas.
Un dron se eleva sobre la superficie donde hay sospecha de que se cavaron fosas; toma fotografías y videos que mediante técnicas conocidas como fotogrametría y ortofotografía marcan las alteraciones en la superficie del terreno o en la capa del subsuelo. Esos cambios registrados pueden ser el indicio de un enterramiento clandestino.
La tecnología geoespacial, aplicada a la búsqueda de personas desaparecidas es ahora una opción, aplicada, por ejemplo, por forenses argentinos, y que podría ser empleada en México, donde se estima que hay más de 97 mil casos acumulados desde 1964.
De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No localizadas, seis entidades concentran el 56% de los casos, en este orden: Jalisco, Tamaulipas, Estado de México, Nuevo León, Veracruz y Sinaloa.
Desde el 2018, la tendencia ha sido al alza, explicada por una mejoría en el registro, que implica compromiso para dimensionar el problema, tomando en cuenta que por más de 50 años se careció de datos certeros.
Las desapariciones están relacionadas, actual y principalmente, con tres actividades del crimen organizado, que no deben entenderse de manera aislada, sino en las amplias posibilidades de conexión entre ellas mismas: el narcotráfico, la Trata de Personas y la migración ilegal.
Los reportes presentados en la Línea y Chat Nacional contra la Trata de Personas (800 5533 000) del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México identifican patrones de riesgo de explotación laboral, sexual o trabajos forzosos para los migrantes.
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La búsqueda de una persona desaparecida implica acciones individualizadas y generalizadas, de particulares y autoridades, con una elaboración de planes y definición de terrenos y los recursos apropiados.
Las nuevas tecnologías —muchas de ellas empleadas en campos como la arqueología o el clima— representan una herramienta central al recopilar información a distancia. En México, diversos colectivos y autoridades han dispuestos de estas herramientas. Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos Nuevo León pasó de la varilla “T” al empleo de un dron.
Aunque ninguna está hecha, de origen, para detectar cuerpos o fosas, sí permiten agilizar y facilitar la búsqueda.