Por Consuelo Molina Avilés
“Había una vez Mila y Jaime”
Mila, 60 años, católica, hermosa, empresaria, trabajadora, vive bien, tres matrimonios, tres hijos. Siempre en búsqueda del príncipe azul que resuelva su vida…adicta a las relaciones tóxicas.
Jaime, 59 años, judío, casado, multimillonario, ocasionalmente generoso, aunque sin darle lo que ella quiere: casa propia, auto y más.
Mila termina la relación de 10 años cuando cree conocer a alguien que llenará sus expectativas; al platicarle sobre su nueva conquista, con afán de que reaccione y valore su atractivo, él se enfurece, la deja por un tiempo… para siempre regresar.
La dependencia emocional es muy común, la sufren personas en todo el mundo. Son relaciones donde se sufre en vez de ser feliz, sabiendo que no les lleva a ninguna parte, dándose excusas “lo mejor es seguir”, autoengañándose “la situación o la persona cambiarán”, “encontraré una solución”, incapaces de enfrentar la realidad, siguen… Todo, menos quedarse solos. Así una adicción hacia otra persona, regularmente la pareja.
Al sufrir la dependencia generamos una necesidad enfermiza del otro, renunciando a nuestra libertad, transitamos un camino tortuoso donde hay más lágrimas derramadas y frustración, que momentos gozosos.
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Algunos síntomas comunes entre las personas adictas:
- Necesitar desmesuradamente al otro
- Exigirle muestras exageradas de afecto, interés, tiempo, para asegurar que me quiere y soy importante para él
- Reclamarle todo el tiempo que esté conmigo y ser su prioridad, aunque en realidad no me lo haga sentir
- Generar una gran necesidad de control absoluto
- Dejar de ser yo, comportarme de acuerdo a lo que él/ella quiere para gustarle más y así asegurar que me siga eligiendo y no me deje
- Realizar actos o cosas inimaginables o degradantes para mí, con tal de darle gusto
- Sentir pánico por la más leve sospecha de abandono del otro
- Dejar de lado amigos, familiares, actividades que antes disfrutaba porque a él/ella no le agradan, aunque él/ella siga con su vida y su gente
- Permitir que se convierta en el centro de mi vida, pensamientos y preocupaciones
- Sentir ansiedad, impotencia, fragilidad, incapacidad, ganas de llorar, comer, dormir y así quedarme
Rupturas y reconciliaciones frecuentes, siempre con los mismos propósitos, una, otra, y otra vez…aunque el cambio nunca se da.
A la persona dependiente, en realidad no le gusta cómo es el otro, ya que sufre mucho por su manera de ser y comportarse... pero aun así no quiere dejar de luchar.
Su vida se ha convertido en una lucha que lo va marchitando, eliminando la ilusión, haciéndolo invisible y enfermo; el maltrato es lugar común sobre todo psicológico, aunque también se da el maltrato físico.
En C7 Salud Mental nos ocupamos en ayudarte a romper ese ciclo, lo que siempre traerá una mejora en tu vida. Darnos cuenta de lo que podemos lograr en el trabajo personal es tan grande, que lo único que lamentaremos será no habernos decidido antes a salir de esa relación.
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