Por DZ
¿De donde vienen estas palabras que cargan en la unión de sus letras, una forma de etiquetar la vida ¿Qué o quién es el que define lo que es bueno y lo que es malo, quién decide lo que está bien y lo que está mal?
Quizá la respuesta está en la forma en que hemos ido creando reglas para la convivencia en los grupos humanos. Desgraciadamente muchas de éstas han sido usadas para oprimir y se han alejado de la mirada del bien común. Sin duda lo bueno y lo malo impulsan una disertación filosófica muy profunda.
Desde siempre nos hemos preguntado si el ser humano nace bueno y luego se hace malo o algo de maldad ya nace en nosotros. El filosofo Thomas Hobbes (inglés, siglo XVII) creía que “el hombre es un lobo para el hombre”. Colocándolo como un ser agresivo y egoísta, sin ley, ni límites; “si para comerme una manzana te tengo que matar, te mato”. Por lo que el hombre desde esta perspectiva es malo por naturaleza.
Para Rousseau (suizo-francés, siglo XVIII), el estado de naturaleza lo pueblan buenos salvajes. Seres buenos y empáticos, porque si uno ve a otro sufriendo, existe una inclinación natural a auxiliarlo. Lo que hace al hombre malo, lo que despierta su agresividad es la propiedad y quizá aparece cuando el primero dijo “esto es mío” y otro dijo “pero yo también lo quiero”, dando pie a la competencia, a la envidia y a la agresividad.
Ante dos posiciones tan enfrentadas, aparece una respuesta más consensuada, ésta dice que la naturaleza humana contiene la potencia o facultad tanto de ser bueno, como malo.
Erich Fromm, decía que no existe una condición humana natural, no se puede decir que el hombre es bueno o malo, sino que existe un conflicto humano existencial.
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Freud ofreció una respuesta planteando que el ser humano está dirigido por dos instintos básicos, eros y tánatos: amor y muerte u odio. Lo que hacemos estará determinado o motivado por cualquiera de los dos instintos constructivos. Necesitando los dos para construir.
La ciencia aporta con investigaciones que las personas, tendemos a comportarnos en forma cooperativa y generosa, si hacemos caso a nuestro primer instinto. Cuando reflexionamos tendemos a ser más egoístas.
La moral genera una mirada aprobatoria o condenatoria hacia nuestros actos. El problema está en que lo que es bueno para unos, quizá no lo es para otros. Encontrar como consensuar eso, es lo que nos ha llevado a las guerras y a la destrucción. Hemos creado leyes: aquel que salga de la norma, se sujeta a las consecuencias.
El problema está en que estas se crean según la cultura y no todas piensan igual. Quizá cambiar bueno/malo por nutricio o no, nos coloque en una posición reflexiva y nuestro actuar este moldeado por una mirada más generosa, colaborativa para el bien común. ¿Esto que hago me nutre? ¿Me hace crecer? ¿Me vuelve más amoroso?
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