El jueves pasado, Morena y sus aliados en el Senado volvieron a aprobar una ilegalidad. Ratificaron un decreto de interpretación con el que se vulneran los procesos de participación democrática. Esto no solo impactará la revocación de mandato, sino también al proceso electoral que se está llevando a cabo en seis estados de la República.
Con esta supuesta interpretación, se considera que la difusión de publicaciones, grabaciones, imágenes y expresiones de servidores públicos que difundan los “logros” o acciones implementadas por las autoridades, no constituyen propaganda gubernamental, provocando que se permita hacer proselitismo por parte del gobierno en pleno proceso electoral. Un decreto, a todas luces, inconstitucional.
Este capricho personal y absurdo del presidente nos va a salir carísimo en todos aspectos: económico, político y social. Además del gran costo innecesario, pagado con los impuestos de los mexicanos, hay otros daños graves generados por esta ocurrencia.
La revocación de mandato sigue sin levantar y en Palacio Nacional tienen claro que será un rotundo fracaso, por eso aumentaron descaradamente el uso de recursos en propaganda personalizada del presidente, utilizando los programas sociales con fines electorales, misma que todos pudimos ver en sus distintos formatos y que incluían leyendas engañosas.
Utilizaron las vacunas, las becas, los apoyos, las pensiones y hasta el precio del metro para amenazar a la gente. Los programas sociales se encuentran consagrados en nuestra Constitución y nadie se los puede quitar a los mexicanos.
Morena sabe que no va a tener los treinta millones de votos que obtuvieron hace tres años. Es mucho el desencanto de la gente con Andrés Manuel, pero aquí lo grave es que pretendan culpar a las instituciones electorales de su propia incapacidad para dar resultados, tal como han hecho sistemáticamente con el INE.
El INE no es el encargado de llevar a los ciudadanos a las casillas, tampoco le corresponde difundir los supuestos logros del gobierno. Le redujeron considerablemente el presupuesto, dolosamente, y le piden que organice el “espectáculo” del presidente sin los recursos necesarios para después “culparlo” de la baja participación.