La crisis en Ucrania y la expansión de la Alianza Atlántica

KIEV, UCRANIA (Efrem Lukatsky/AP)

A poco más de un mes del inicio del conflicto en Ucrania, es momento de reforzar y multiplicar los esfuerzos de negociación para alcanzar un acuerdo de paz. En este sentido, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución impulsada por México y Francia, que llama a un cese inmediato de las hostilidades, la protección de civiles y el respeto por el derecho internacional humanitario.

La mayor parte de la comunidad internacional —incluido nuestro país— condena la invasión rusa, por el quebranto de los principios de respeto a la integridad territorial y solución pacífica de controversias entre Estados.

En este sentido, buscar explicaciones de la crisis nos permite identificar factores que contribuyan a la distensión, para aprender así de las lecciones del pasado. ¿Qué importancia tuvo la cuestión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)?

Se identifican dos posiciones al respecto: una que proponía que el aumento en la membresía del bloque militar crearía una “zona de paz”, y otra, que señalaba que este hecho resultaría contraproducente a largo plazo, porque dañaría la seguridad rusa y aislaría a Moscú.

Esta postura coincide con un enfoque realista de las relaciones internacionales, el cual predice que el principal motor de la actuación de los Estados es perseguir su interés nacional, con una importancia menor de las normas y las organizaciones internacionales.

Moscú afirma que durante las negociaciones entre Occidente y la Unión Soviética sobre la unificación alemana, en 1990, Estados Unidos prometió que la OTAN no se extendería a Europa del Este. Washington y sus aliados negaron que hubiera tal acuerdo; sin embargo, hay evidencia de que sí existió un intercambio: la unificación alemana por la no extensión de la Alianza Atlántica.

Para 1994, en Estados Unidos ya se había tomado la decisión de impulsar la inclusión en la OTAN de algunos países del anterior Pacto de Varsovia. Se invitó a Polonia, la República Checa y Hungría a convertirse en integrantes, y en 1998 el Senado de la Unión Americana aprobó extender la membresía de la Alianza Atlántica a estos países.

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Por otra parte, se buscó que la Alianza tuviera una relación de cooperación con Moscú. En 1997, el Acta Fundacional OTAN-Rusia estableció el Consejo Conjunto Permanente como un marco para consultas y colaboración. Se suponía que este enfoque integraría a Europa central y oriental en un espacio atlántico de seguridad. Sin embargo, Rusia siempre protestó por las olas de expansión de la Alianza hacia Europa del Este.

La Cumbre de la OTAN de 2008 en Bucarest, Rumania, inició el punto de quiebre en las relaciones con Rusia, porque la Alianza declaró que Ucrania y Georgia eventualmente se convertirían en integrantes. Unos meses más tarde, estalló la guerra ruso-georgiana. En 2014, después de la anexión rusa de la península de Crimea, la relación terminó por romperse.

A partir de entonces, la Organización reforzó la defensa colectiva y sus actividades en el Báltico y Polonia, también su presencia naval y los ejercicios militares. Igualmente, se suspendieron las reuniones formales del mecanismo de cooperación con Rusia. Finalmente, en 2021, este país retiró su misión ante la OTAN y suspendió la actividad de ésta en Moscú.

En diciembre de 2021, Rusia exigió una garantía por escrito de que Ucrania nunca se convertiría en parte de la OTAN y que la Alianza retiraría los activos militares que había desplegado en Europa del Este desde 1997. Moscú respaldó sus demandas con una concentración militar masiva en las fronteras ucranianas. La respuesta de la administración del presidente Joe Biden no fue decisiva. El primer mandatario ruso Vladimir Putin escaló el conflicto.

Analistas señalan que la expansión de la OTAN no generó los beneficios que se esperaban, como el fortalecimiento de la democracia, pero sí hizo que Rusia tuviera un motivo contra Occidente, además de que modificó el camino de Moscú en política exterior. Internacionalistas consideran que lo más pertinente era mantener a Ucrania como un Estado neutral. Esta crisis refleja que la escalada militar no resuelve, al contrario, magnifica el dilema de seguridad regional.

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