La Ley de Correspondencia, descrita por la metafísica por medio del principio “como es arriba es abajo”, también opera con el criterio “como es adentro es afuera”.
El lugar que habitamos, nuestro espacio vital, y lo que consideramos nuestro hogar, es una extensión de nosotros mismos, al tiempo que es la central en la que recargamos la pila para “salir” a realizar nuestros proyectos, a disfrutar del mundo, a enfrentar nuestros retos, a recibir todo lo que la vida tiene para ofrecernos y a darle todo lo que tenemos que ofrecer.
Por eso, en distintas tradiciones, la casa se cuida como si fuera un recinto sagrado en el que nos estamos recreando cada día. Los conocimientos chinos del Feng Shui, tomaron auge en todo el mundo en la década de los 90, como parte esencial de una nueva y naciente conciencia planetaria.
Estos principios se basan en la observación de los ciclos de la naturaleza y sus elementos, pero también de las leyes que rigen el cosmos. Por eso es tan importante que seamos vigilantes de que la casa refleje aquello que queremos alcanzar, o aquello que somos en esencia, pues lo igual atrae a su igual.
De entrada, la casa debe estar limpia, recogida, iluminada, ventilada, y tener los más elementos naturales que se pueda. No importa si es un cuarto de pocos metros, si sólo está pintado de un color, o lo sencillo que pueda ser. Lo relevante es la proporción de limpieza, orden, belleza y elegancia que tenga.
Es sumamente interesante observar cómo a través del estado de la casa podemos hacer un diagnóstico de cómo está nuestra vida. Según el Feng Shui, el agua tiene que ver con la prosperidad monetaria, y cuando existen problemas con las tuberías, llaves o suministros, la vivienda está reflejando nuestros temas emocionales, ya sea emociones estancadas o sentimientos bloqueados cuando los tubos están tapados, o emociones que nos desbordan y nos están rebasando, cuando se rompen tuberías o hay goteras continuamente.
En el caso del desorden en general, indica que nuestras ideas, prioridades y pensamientos, necesitan orden urgente. Las ventanas sucias están hablándonos de la poca claridad con la que estamos queriendo ver el mundo que nos rodea. Si constantemente se nos descomponen los aparatos electrodomésticos, estos reflejan los sentimientos negativos acumulados, ira, peleas, y demasiado nerviosismo.
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El desorden o suciedad debajo de las camas, habla de desánimo y falta de autoconfianza, así como poca confianza en el futuro. Cuartos de servicio, bodegas, covachas o sótanos acumulativos, son asuntos que hemos postergado y de lo que nos queremos olvidar, pero no hemos podido; así como cosas rotas, inservibles, guardadas, hablan de un autosabotaje muy enterrado.
Todo lo que estorbe hará que la vida se sienta más complicada y pesada. Es muy importante que se despejen los espacios, y que no cueste trabajo cruzar por ellos, así como no acumular nada innecesario, pues esto ayuda a la realización de nuestros objetivos y a mejorar el panorama de oportunidades.
No sólo es la mejora en el aspecto estético, sino energético. Si bien, este orden por sí solo no hará los cambios que requerimos, sí ayudan tremendamente darnos cuenta por medio de este espejo de aquello que no hemos hecho consciente, y a que con mucha más facilidad demos los pasos hacia nuestra dicha y logro de sueños.