Este es el momento en que el planeta necesita nuestra iluminación. Con todo lo que está pasando, es un tiempo de cambios sin precedentes. Los cambios, por lo general, no son fáciles, puesto que estos significan romper los viejos sistemas.
Una de las cosas de más reto para los seres humanos es, sin duda, cambiar la forma en la que está configurada su vida, ya que este encaje viene de viejos patrones aprendidos o heredados, incluidas las personas con las que estamos, y el tipo de rutinas y creencias limitantes a las que hemos estado tan apegados.
Pero en estos momentos de la Tierra, podemos observar hacia cualquier punto de la esfera a la que volteemos que los cambios acelerados están ocurriendo y parece no haber marcha atrás ni forma de darles lentitud.
Aunque suene atemorizante en algún punto, realmente son tiempos de oportunidad para que el brillo opulente del espíritu brille con todo su esplendor, y para, de alguna manera, sostener la energía planetaria, que muchos Maestros han descrito en términos simples como el ser y mantener el vínculo entre el cielo y la Tierra, entre lo Divino y lo humano, y permitir que la llamada luz divina, espíritu santo, penetre en este nivel de realidad, por medio de usted, y de quienes estén predestinados para esto.
Se dice por ahí que la mayoría de los seres humanos que estamos vivos en estos tiempos, ya somos almas muy viejas, así que realmente estamos aquí justo, esperando que se dé el momento para esta transición de dentro hacia afuera, en un movimiento de ascensión o iluminación, y no únicamente un cambio sobre el mismo nivel de conciencia. Aunque el término iluminación se ha asociado a los santos, iluminar es hablar de Conciencia.
La luz es simplemente conciencia como la más pura de todas las cosas, pues sin la conciencia no habría energía, ni habría partículas, ni siquiera habría luz y, por lo tanto, no habría realidad.
Así que el proceso que estamos viviendo, en medio de todo este caos y de muchos sin sentidos, es traer partículas de conciencia a las áreas ciegas, cerradas, adormecidas, entumecidas y oscurecidas, a nivel individual y, simultáneamente, del planeta, pues nada está realmente separado.
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Estemos conscientes de esto o no, estamos trayendo a la superficie nuestra luz, no para forzar ningún cambio, y mucho menos para aferrarse a hacer las cosas como uno cree que deben ser, sino sencillamente, para iluminar por medio de la conciencia que ya está dada, que ya ES, o sea, la llamada presencia YO SOY dentro de cada uno. Traer la luz de la conciencia es también mostrarle a nuestro lado oscuro que existen otros potenciales internos, y otras realidades en potencia.
Pareciera tan simple que no lo creeríamos, puesto que, no debemos perder de vista que el ego adora lo complicado, lo suspicaz, lo enredado y escandaloso, pero es mucho más sencillo, pues se trata únicamente de que usted permita, PERMITA, que emerja su Luz, y que también intencionalmente traiga su luz a lo visible, como nunca antes.
Hacer que el movimiento cambie: de correr tras algo y forzarlo, a parar, hacer un punto de vacío, y dejar que todo llegue a usted, incluida su iluminación. Cuando se permite hacer brillar la luz interna, primero brilla sobre su vida: sobre los recuerdos añejos, sobre los fantasmas del pasado, sobre las personas que le han hecho daño.
Y ahí es donde se comienza: iluminando con su propia luz cualquier parte de lo profundamente denso y oscuro dentro de usted, haciendo que las sombras del pasado puedan ver que hay muchos más potenciales, es decir, que esa parte del Ser pueda comprender que no está atorada y no está controlada por nadie más, y se expanda en completa soberanía.
Usted puede iluminar su concepción, su nacimiento, su infancia, hasta ahora. Deje que ocurra. No tiene que hacer nada, más que permitir que suceda. A esto se refiere un poco la frase: sé la luz que quieras ver en el mundo.
El momento es ahora.