El 26 de julio pasado, dio comienzo el Año Nuevo Galáctico Maya, marcado por el sello de la Luna Autoexistente Roja, en el tono cuatro, en la luna magnética del murciélago. La importancia del calendario solar o Tzolkin, es que invita a una sintonización con la frecuencia de la naturaleza, sincronizándose con las 13 lunaciones de 20 días, en ciclos de 13 años.
Este año que comienza, es el cuarto año en el presente ciclo de 13 años, que termina en el 2031, en el que el objetivo es lograr la integridad, marcada por el Mago. Esto quiere decir que todos nuestros cuerpos deben estar alineados en una misma intención, para así poder estar presentes con el Ser completo, sin que una parte esté en contra de otras.
En este período de trece años debemos estar alertas a no recurrir a las experiencias pasadas para condicionar las futuras, es decir, que el lado oscuro del Mago puede llevarnos a no abrirnos a nuevas posibilidades por el trauma del pasado, puesto que todo lo que no hemos integrado, saldrá a la luz. Lo importante es que sea para reconocerlo y trascenderlo.
El trabajo de los trece años que estamos transitando, es alinear a todo nuestro Ser, y que lo que pensamos, sentimos, hablamos y actuamos, sea lo más congruente posible, para poder vivir en el tiempo presente.
De esta manera, podremos abordar el año que comienza con la Luna Autoexistente, identificados con el espíritu, con la pureza del alma, con la voz de la unidad, en la que la forma de concretar nuestra integridad esté sostenida por una profunda limpieza de nuestros cuerpos, puesto que todo lo que no sea congruente con nuestra esencia, será y molestará como una pestaña en el ojo.
La Luna representa purificación, y tanto a nivel individual como planetario, nos veremos forzados, si no lo hacemos voluntariamente, a desechar todo aquello que no esté en alineación con nuestra esencia, nuestros anhelos, vocaciones, y potenciales más genuinos.
Este año será importantísimo, más que nunca, para aprender a vivir desde el corazón. Nada que genere rencores, separación, falso orgullo, traerá cosas buenas. En el tono de la forma, la Luna nos invita a fluir con el agua, para tener una buena salud en todos los sentidos, y representa también la ruptura del viejo mundo, de viejos esquemas de información y desmantelamiento de los sistemas que nos atoren en la visión de tercera dimensión.
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Es un año, primordialmente y aunque no nos guste mucho, para el trabajo interior y la madurez, puesto que, si no afrontamos nuestros retos como adultos, las emociones podrían desbordarse y seguirnos dejando en el papel de víctimas.
El espejo del agua que representa la luna, quiere decir que cada uno de nosotros vivirá como realidad aquello que ha construido en su interior y que ha sembrado en el año Semilla que terminó, por eso es que, con mayor fuerza, lo que vivamos dependerá del afianzamiento interno que hayamos alcanzado, y no tanto externo.
Será fundamental abrirnos al amor compasivo, puesto que es la mejor forma de purificar y limpiar: por medio del amor y no del sufrimiento. Debemos permitir las emociones que emerjan para poder leer el mensaje que nos traen y así tener oportunidad de trabajarlas y trascenderlas.
Especialmente en el año de este sello, negar las situaciones y emociones, nos puede traer muchos problemas. Este año y hasta el 24 de julio del 2023, es tiempo para dejar salir, fluir, aceptar, no aferrarse, y limpiar todo aquello que no corresponda a nuestra esencia.
Es justo la energía de la Luna la que purifica y enjuaga nuestro canal interno para poder hacer contacto con nuestra verdadera voz. Aprovechemos este período con buenos ánimos y recordemos que, si hacemos nuestro trabajo interior, lo mejor está siempre por venir.