No debiera preocuparnos en el entendido que el trabajo de las dependencias de gobierno debe ser continuo sin importar quién ostente el cargo, ya que ese tipo de modificaciones en las direcciones, jefatura o titularidad de unidades, son eventos que pasan con relativa frecuencia y sería terrible pensar que con la llegada de un nuevo servidor público al cargo todo lo hecho se elimine y se comience desde cero.
Particularmente, en el tema del T-MEC preocupa la capacidad, experiencia y liderazgo de quien vaya asumir ese cargo porque el problema es verdaderamente grave.
No sólo se trata de lidiar con el trabajo de evitar sanciones severas contra nuestro país, sino que esa negociación implica el nivel de cercanía que tendremos con nuestro vecino del norte y principal socio comercial, de tal manera que haya un entendimiento técnico respecto de las causas que motivarían un panel y, al mismo tiempo, definir muchas de las relaciones que vendrán en adelante.
A lo que sí debemos acostumbrarnos como servidores públicos es en respetar el trabajo de quien se encuentra en las Secretarías al llegar nosotros. No se trata de plazas que podamos disponer en función de nuestras cercanías políticas o personales.
Las y los servidores públicos que ocupen una plaza de tal magnitud deben buscar los mejores perfiles de tal manera que se justifique su estancia dado que es la forma en que se rinden cuentas ante el pueblo de México.
Sin importar quien llegue a esa subsecretaría, es importante que exista un plan serio, trazado con anterioridad y respetado en los alcances benéficos para el país, de lo contrario, seguiremos desgastando una relación que nos es favorable por todos los lados que lo veamos y, sobre todo, será una carta hacia el exterior para demostrar que somos un país confiable para invertir en muchos rubros de la industria.
Es momento de que esos cambios que no se esclarecen absolutamente, sean justificados con personal calificado y experimentado considerando que en nuestro país contamos con personal capaz egresado de universidades de prestigio a nivel mundial y dejar de lado la práctica de colocar a personas en función de la filiación política.