Opinión

Abraza a tus vivos

Abraza a tus vivos
FOTO: GRACIELA LÓPEZ /CUARTOSCURO.COM

Otoño es la estación del año en la que se dedica, en todo el mundo, al recuerdo y agradecimiento a los que ya partieron de este plano material. Las ofrendas y rituales son una forma de crear el portal para comunicarles cuán agradecidos estamos y cuánto honramos sus presencias en el paso por nuestras vidas.

Es natural y es necesario extrañar a quienes hemos amado, y por quienes estamos aquí. Pero esta reverencia también nos lleva a su complemento inevitable: abrazar a nuestros vivos. A veces se nos olvida o damos por obvia la existencia de quienes nos rodean, lo cual, es un error garrafal.

Es muy seguro que los seres queridos que ya se fueron para seguir su viaje a través del cosmos, quieran vernos felices, en unión y reconciliados con aquellos que rodean nuestra existencia. Vida y muerte son uno mismo.

Sin esto, no tendríamos la oportunidad ni seríamos capaces de vivir ciclos y darle paso a nuevas experiencias.

Por lo tanto, una de las lecciones más grandes a aprender cuando nos vemos en la dura necesidad de despedir a un ser querido, es voltear a ver a quienes se quedan con nosotros y poner todo de nuestra parte para llevar estas relaciones a sus posibilidades más grandes, armoniosas y enriquecedoras.

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No nos vamos a llevar de maravilla con todo mundo, ni vamos a pensar igual o a resonar de la misma manera, pero no se trata de esto, sino de que, aún con las diferencias, aprendamos a convivir, a respetarnos y a querernos, porque sólo de esta manera podemos aprovechar al máximo habernos encontrado o reencontrado en esta experiencia de experiencias llamada vida.

La naturaleza pone su parte al hacernos a veces tan distintos, y a que exista una enorme diversidad de formas de ser, de sentir, de vivir, y ya con eso tenemos suficiente como para aprender a vincularnos con inclusión sin transgresión.

Pero en el caso de nuestros seres queridos, es muy adecuado tomar en cuenta que, si nacimos en la familia que nacimos, es porque tenemos que aprender de lo bueno, de lo no tan bueno, y, principalmente, de los retos que esto nos represente.

Todos jugamos un papel muy preciso en la vida de nuestros seres queridos y, aunque el hemisferio izquierdo del cerebro no pueda comprenderlo, el hemisferio derecho sabe que nada es producto de la casualidad, y que, por más que corramos, no podemos huir de las pruebas que venimos a vivir con nuestros familiares, amigos y vínculos más entrañables.

Por esto, es una estupenda oportunidad revisar qué es lo que más extrañamos hacer, decir, expresar, dar y vivir con quienes ya no están, para, en lo que corresponde a actitud, voluntad y presencia, no dejarlo de lado ahora con quienes sí tenemos la fortuna de tener vivos. El más grande Maestro que ha pisado la Tierra, Jesucristo, dijo: “dejen que los muertos entierren a sus muertos”.

Y esta idea puede ser una interpretación de tan sabia parábola. Quienes ya partieron, están en un nuevo plano de existencia en el que continuarán su viaje infinito de evolución y, de acuerdo a muchas escuelas espirituales, de renacimiento en un nuevo cuerpo, si es que aún tienen algo qué aprender en la escuela de la Tierra, así que, desde ese lazo infinito e inquebrantable que nos une a ellos desde el corazón, podemos enviarles nuestro amor, gratitud y soltarlos regalándoles la libertad para que continúen sin cargas.

Pero no olvidar, simultáneamente, que a nuestros vivos, hay que llamarles de tanto en tanto, decirles de viva voz cuánto los queremos, cuánto les admiramos y todo cuanto tengamos que comunicarles y, si es posible, abrazarlos, llenarlos de afecto y cariño, para que cuando ellos o nosotros tengamos que partir, lo hagamos con la inigualable satisfacción de habernos amado como es debido.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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