En México siempre se debe privilegiar la libre expresión y el derecho a manifestarse para tener una ciudadanía involucrada en los asuntos públicos. No importa la causa. El momento y el espacio siempre que se trate con respeto y civilidad, cualquier expresión política, ideológica, social o de cualquier otro tipo deberá ser aceptada.
Por otro lado, cuando se trata de hacer una marcha para desestimar otra, resulta poco útil, ya que ello sólo abona a la división y a la falta de empatía, pero si a ello le agregamos que proviene desde quien dirige un país, entonces la decepción será grande porque quiere decir que no se entendió el mensaje ni los alcances.
La marcha del pasado 13 de noviembre no fue en contra de ninguna persona sino en apoyo a la democracia, confundir los alcances es desestimar un movimiento pacífico y con contenido. Vivimos un momento en que los debates deben ser de altura y con respeto, por lo que el convocar a una marcha con tintes de contraposición o reproche, no abona en la construcción de una reforma electoral.
Esperemos que esa manifestación, además tenga la legitimidad qué la marcha del INE, es decir, sin acarreos, sin obligar a servidores públicos a acudir y sin dilapidar recursos públicos que tanto requiere la ciudadanía en un momento de crisis.
El pueblo de México se ha caracterizado por ser solidario y altamente demócrata y eso es lo que debemos tener como base quienes los representamos. Tener la altura de miras para construir instituciones sólidas que no respondan a intereses políticos es lo que mandata el pueblo de México y no gobernar desde el encono y la falta de responsabilidad social.
Una marcha no debe ser una respuesta para otra marcha que lo único que pedía era defender al Instituto Nacional Electoral, la respuesta sería explicar la reforma, convencer a la gente y construir una propuesta que satisfaga al interés del país en conjunto. Esa marcha desde el poder tristemente no representará siquiera lo que el país entero necesita.
No se debe olvidar qué la marcha fue un movimiento de la sociedad Civil, una sociedad qué se encuentra indignada y molesta ante el cúmulo de errores de la actual administración.
El clamor popular fue con el único objetivo de evitar que les quiten lo que ha ganado durante décadas de lucha: la democracia como una extensión de la libertad Ciudadana.