Mientras la ciudadanía disfruta las fiestas decembrinas, el ambiente político está tenso porque se está llevando a cabo la batalla más trascendente para la vida democrática del país: la salvaguarda del INE… y aún no termina. Al momento de estar escribiendo, en el Senado se ha aprobado el primer dictamen del Plan B, en lo particular y con algunas modificaciones.
Hicieron la diferencia 69 votos a favor y 53 en contra, para que se estropeara la tranquilidad, para que la pesadilla de la regresión autocrática exija ya otras instancias, como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ante la cual se denunciará esta atroz ilegalidad.
Atribuible, tanto a Maquiavelo como a Winston Churchill, a Bismark y a Aristóteles, la reflexión de que la política es el arte de lo posible encierra un poderoso significado: en determinados momentos y circunstancias se pueden articular todas las piezas para que embonen determinados fines.
Bajo esa lógica todo es posible a través de todo tipo de artilugios, decisiones e intereses, apelando por supuesto a lo más incivilizado del ser humano: su propio beneficio. Nada más primitivo que no poder ver más allá del propio peculio, nada más retrógrada, hasta en términos psicológicos y pragmáticos, de ver únicamente por el beneficio propio y carecer de una visión integral que equitativamente beneficie al entorno en el que se vive.
Esta reflexión va más allá de cuestiones éticas, es un principio antropológico básico. El ser humano, en toda su extensión, fue perfeccionando su sistema político y su organización cuando entendió que la naturaleza humana, en su espectro más primitivo, era voraz e interesada sólo por sí misma; cuanto erigió los contrapesos al poder… y uno de ellos es el perfeccionamiento de la democracia a través de las instituciones autónomas.
Como militante de un instituto político, por supuesto que quisiera consolidar el proyecto ciudadano que necesita México, pero no por ello actuaré retrógrada y cobardemente. Tampoco apoyaré excesos del gobierno que suponen una regresión tóxica y autoritaria a más de 30 años de lucha.
Y como ciudadano invito también a quienes leen estas líneas a no caer en el engaño del supuesto “gobierno bueno”, que no es sino más de lo mismo que critica y que incluso está vulnerando la división de poderes al someter al Legislativo a cumplir la voluntad del presidente.
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Rescato algunas de las contundentes palabras que plasmó José Woldenberg respecto a la aprobación fast-track de este Plan B en la noche y madrugada del 6 y 7 de diciembre en la Cámara de Diputados: “Es la confirmación incontestable de que la coalición gobernante es capaz de todo con tal de atender los apetitos del presidente. Una coalición variopinta, plagada de oportunistas, cohesionados por la fidelidad a AMLO y las posibilidades políticas que les abre esa adhesión”.
Además, para reiterar el contenido regresivo de la reforma electoral, cabe decir que se vulnera el principio de certeza jurídica y se trastoca el PREP al evitar que haya una copia que llegue al INE. Todo para poder afectar y vulnerar los resultados electorales.
Senadores como Dante Delgado, Clemente Castañeda y Noé Castañón han debatido con transparencia y de cara a la sociedad, exponiendo argumentos a partir de diagnósticos serios y objetivos sobre las actuales problemáticas del país y, sobre todo, del funcionamiento actual del sistema electoral que, por supuesto, es perfectible y de ninguna manera necesita de los cambios que se proponen y que ya han sido expuestos por innumerables académicos y expertos en materia electoral.
Uno de los temas que más han puesto sobre la mesa es la exclusión de las minorías que plantea la reforma. Están previendo desaparecer distritos indígenas, impiden que haya diputados migrantes y niegan la participación a personas con discapacidad, de la diversidad sexual y jóvenes.
La democracia comenzó a cincelarse no sólo como el medio por el cual la voluntad popular cambiaba un régimen político, sino también como un mecanismo de progreso social, dejando de lado intereses particulares que sólo nos conducen a la ruina y que apelan a lo peor del ser humano.
Gracias a estos profundos cambios jurídicos e institucionales fue como la nueva realidad fue desterrando cada vez más las imposiciones hegemónicas de grupos de poder y permitiendo la alternancia que se ha visto cristalizada sobre todo en los últimos 20 años.
Por parte de Movimiento Ciudadano no lo permitiremos y mientras la ciudadanía está tranquila, seguiremos luchando y evitaremos la consolidación del retroceso democrático más grande de México hasta las últimas instancias y consecuencias.