Indudablemente, la captura de Ovidio Guzmán López (líder del Cartel de Sinaloa) el pasado 05 de enero, por parte del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, la Marina y la Guardia Nacional, derivado del cumplimiento de una orden de arresto internacional, con cargos en México, es un resultado muy positivo para la justicia y el Estado de derecho.
Esto implicó la fuerza y capacidad del gobierno y su voluntad para enfrentar al narcotráfico y otras formas de crimen organizado, quedando pendiente de resolverse el proceso de extradición que ya se sigue en contra del referido líder que puede terminar en los EU y que por el momento está suspendido por un juez federal.
Considero que en este momento es difícil determinar la manera en que incidirá el hecho que nos ocupa en la relación bilateral; sin embargo, es un hecho notable la captura de Ovidio Guzmán López, dado que, desde hace muchos años, el tema del “narcotráfico” para los Estados Unidos de América y nuestro país, es de trascendencia y prioritario.
De hecho, entre los tópicos más importantes que abordarán los mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá, en la reunión del 09, 10 y 11 de enero del presente año en la Ciudad de México con motivo de la Cumbre de Líderes de América del Norte, es, precisamente, erradicar el tráfico de estupefacientes (política antidrogas).
Particularmente del fentanilo, una droga sintética que ha provocado numerosas muertes (cien mil al año), por sobredosis en el país del norte.
Finalmente, destaco, como dato curioso, que el presidente López Obrador viajó del aeropuerto AIFA con su similar de EUA, en el vehículo denominado “la bestia”, hecho inusual, ya que, normalmente el presidente Biden viaja solo en sus visitas de estado, lo que refleja un buena relación entre ambos mandatarios.