México, lamentablemente, tiene nueve de las 10 ciudades más violentas del mundo, de acuerdo al Ranking 2022 publicado por el organismo Seguridad, Justicia y Paz del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal.
Entristece que Colima, un municipio de gente trabajadora y con cultura, ocupa el primer lugar de las 50 ciudades más violentas del mundo, con 181.9 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Zamora, Michoacán; Ciudad Obregón, Sonora; Zacatecas, Zacatecas; Tijuana, Baja California; Celaya, Guanajuato; Uruapan, Michoacán; Juárez, Chihuahua, y Acapulco, Guerrero, son ciudades extraordinarias que debido a la fracasada estrategia de seguridad de este gobierno, hoy son reconocidas por violentas y no por sus tradiciones, historia, fiestas.
El organismo destaca que la situación de las urbes de México es el resultado de “políticas fallidas” aplicadas en lo que va del siglo, que ha consistido en tolerar la violencia de los grupos criminales.
Y es que sin duda los abrazos no solo han dejado en vulnerabilidad estas ciudades, sino a todo el país, pues mientras a los delincuentes no se les toque, éstos siguieran encendiendo municipios u estados; continuarán cobrando derecho de piso, asesinando a diestra y siniestra, secuestrando y amedrentando.
Estos datos no deberían dejar de asombrarnos, deberían ocuparnos, porque el hecho de que Colima se mantenga como la ciudad más violenta del mundo no es nada alargador ni digno, es algo que tendría que ocupar en primer lugar al gobierno federal.
La información del organismo Seguridad, Justicia y Paz del Consejo Ciudadano, detalla que “no existe antecedente en el mundo de que un gobierno haya adoptado como política de seguridad pública la de dar manos libres a los criminales para que ejerzan violencia y encima lo proclame abiertamente”.
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Declaración que confirma y coincide con todas las voces que han pedido y urgido un cambio de estrategia en materia de seguridad, pues como bien lo dijo el padre Javier “El Pato” Ávila, “los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”.
La indiferencia y cerrazón de este gobierno en materia de seguridad, es la misma a la que tuvieron gobiernos anteriores a los que tanto critican y señala, pues en lugar de reducir los índices de inseguridad, homicidios, feminicidios, entre otros, estos se han incrementado.
Es lamentable que por la soberbia de un solo hombre, hoy Colima junto con ocho ciudades más, sean consideradas las más violentas del mundo,
Ojalá que como dijo José Antonio Ortega, presidente del organismo, “este ranking sea un instrumento para motivar una acción o para mejor la acción que se está teniendo en diferentes lugares, que sea motivador de políticas públicas, estrategias para devolver la paz”.