La estrategia fallida de seguridad que ha implementado México desde que inició la presente administración, ha acarreado graves consecuencias a nivel nacional e internacional.
No contar con un buen manejo de contención dirigida a las organizaciones delincuenciales, que cada vez cobran más poder, ha hecho que nuestro país se situe en franca desventaja con respecto a otras naciones.
Es innegable que el problema que se enfrenta por la utilización cada vez más frecuente del fentanilo para la elaboración de drogas, merece una mayor colaboración entre las naciones implicadas para lograr un objetivo claro.
No se puede combatir solamente desde un frente. Lo que está más que claro es que la venta y el consumo de este opioide sintético, es una grave amenaza para Estados Unidos y para México.
Lo que se está viviendo en nuestro país, es inhumano, el riesgo brutal de salud y de seguridad que se padece por el consumo, trasiego y venta de esta droga es hoy terrible para las personas.
Y tal parece que quien no lo quiere ver es el gobierno; incluso quien lo solapa es el propio López Obrador, quien sigue abrazando a los delincuentes, incluyendo a los que trafican y que venden fentanilo, aún y cuando esta droga está lastimando a las familias en México y por supuesto, también las está lastimando en Estados Unidos.
Evidentemente, López Obrador será el único responsable de esta crisis de salud y de seguridad, por su negligencia y su falta de compromiso para generar seguridad para los ciudadanos.
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Lo que no podemos perder de vista es que el fentanilo está dañando a las personas en México, a los jóvenes en México, incluso a los adultos. Es grave que López Obrador no lo vea y no lo quiera detener.
La conducta del titular del ejecutivo federal es absolutamente inhumana y pasará a la historia como un miserable.