Vístete para triunfar, no para alardear

Vístete para triunfar, no patra alardear
Vístete para triunfar, no patra alardear Foto: Especial

El legendario diseñador italiano Valentino Garavani solía afirmar que la ropa con la que nos vestimos es para hacernos sentir mejor y no para hacer alarde.

Bajo esta premisa, lamentablemente, los seres humanos (hombres y mujeres por igual) durante generaciones nos hemos dejado influenciar y guiar por la publicidad, el marketing y los prejuicios para desarrollar el erróneo concepto del “como te ven, te tratan”, creyendo que el buen gusto va de la mano con los caros atuendos y que, mientras más ostentosos luzcamos, nuestras posibilidades de destacar en nuestro círculo social aumentarán.

No hay nada más falso que eso.

Por principio de cuentas, de entrada ya estamos totalmente equivocados si creemos que las llamadas personas comunes y corrientes -como tú, como yo y como todos los que están leyendo esto- vamos a poder tener acceso a las altas esferas sociales gracias a gastar estratosféricas cantidades de dinero en ropa, calzado y accesorios de marca.

Desde el bombardeo publicitario y bajo un muy mal entendido concepto del aspiracionismo pensamos que si compramos ostentosos trajes, bolsos, relojes, cinturones y artículos eso en automático nos convertirá en mejores individuos.

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Sin embargo, el refinamiento y el mejoramiento de nuestra persona no tiene absolutamente con el hecho de consumir artículos que al final del día sólo nos van a exhibir como sujetos frívolos y superficiales.

La sobriedad y la sencillez no son malos, mucho menos la austeridad. Pero entender la verdadera relevancia de estos tres conceptos no es sencillo, sobre todo cuando vivimos en un mundo donde la mayor parte del tiempo se nos hace creer que el éxito y la ostentación son primos hermanos.

Por eso, si te casas con la idea de que lo que te va a distinguir de entre los demás es el alarde, más temprano que tarde terminarás decepcionado en la búsqueda de las metas que aspiras a alcanzar.

¿En qué te mejora como persona y como individuo comprarte un finísimo traje de diseñador que te cuesta varios miles de pesos?, ¿escalaste emocional y profesionalmente gracias al carísimo smartphone de última generación que acabas de adquirir en “cómodas” e interminables mensualidades?

¿Ya tienes acceso a los restaurantes más exclusivos porque tienes el mismo bolso (original o imitación) que utiliza tu cantante favorita o la influencer que está presente en todas las alfombras rojas?

La realidad es que no y, lo que es peor, es que gastaste dinero que muchas veces no tienes o que bien pudiste haber invertido en cosas de primera necesidad.

Tan sólo hay que voltear a ver a las personas que en verdad son triunfadoras y destacadas para descubrir que una de sus principales características es la sencillez al vestir. El ejemplo más claro de ello es el genio Steve Jobs (1955-2011).

Este magnate empresarial estadounidense, diseñador industrial y propietario de medios, quien fue cofundador y presidente ejecutivo de Apple y el máximo accionista individual de The Walt Disney Company, casi siempre fue visto utilizando el mismo “uniforme”: Un suéter negro de cuello de tortura o una camiseta blanca de algodón lista (sin estampado alguno), unos jeans de mezclilla Levi’s 501 y un par de tenis blancos marca New Balance 992.

En alguna ocasión un reportero le cuestionó a Steve porqué siempre usaba la misma ropa y la respuesta fue simple: En primer lugar, no quería gastar energía en pensar cómo vestir a diario, una cuestión que consideraba sumamente superficial e irrelevante y, en segundo lugar, deseaba crear un vínculo con toda la gente más allá de su apariencia o credo.

Desecha el alarde, abraza la sencillez.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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