Cada vez que observamos algunos de los alcances de la llamada inteligencia artificial, surgen temores sobre lo que puede deparar un futuro en el que la realidad podría ser diseñada desde un servidor informático.
En un ejemplo reciente, y escandaloso, de lo que es posible por medio de la IA, un fotógrafo ganó un concurso con una imagen desarrollada en esta plataforma y no con una gráfica que captura un momento o a personas que existen.
La reciente moda de preguntarle a servicios de IA en modalidad de chat todo tipo de preguntas, ha hecho que en algunos espacios populares e informativos se considere más objetivo pedirle una respuesta al programa informático que a otro humano acerca de un abanico de temas de interés.
Sin embargo, no coincido con el pánico que en ocasiones se quiere transmitir, aunque como en todo, debemos estar prevenidos.
En un interesante ejercicio, se solicitó a una plataforma de IA que proyectara imágenes sobre personas que ejercen una profesión. Cuando se teclea “persona de negocios” la totalidad de las imágenes que aparecen son de varones; si se hace lo mismo con, digamos, enfermería, la mayoría de las gráficas son de mujeres.
Estos estereotipos, que se alimentan a su vez de la información que se le ha programado al robot, logra traspasar lo revolucionario de la tecnología y operar con normalidad.
Si se mezclan profesiones u oficios los resultados tienden a coincidir más con nuestra imagen mental de ciertas personas o situaciones y menos con lo que realmente pasa.
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¿Hay algunos bipotipos que están más relacionados con profesiones o trabajos en específico? No necesariamente, aunque sí tenemos imágenes muy arraigadas sobre cómo tendrían que lucir ciertas personas por la actividad que desempeñan.
Cuando tuve la oportunidad de encabezar una organización civil dedicada a la atención de víctimas del delito, uno de nuestros principales retos era desvanecer las fotografías mentales que tenemos sobre cómo es un delincuente y cómo es el policía que lo debe aprehender.
Nada fácil, porque con tantos mensajes al día, más los estereotipos que se construyen desde el entretenimiento, la idea sobre qué y cómo debe ser una persona de acuerdo con su actividad se establecen a lo largo de muchos años, incluso generaciones.
Esto hace que caminemos ciegos y sordos ante posibles riesgos, simplemente porque no asociamos lugares con personas, con actividades. Es decir, un ladrón no tendría por qué usar traje y corbata ¿cierto? ¿Qué dice la inteligencia artificial al respecto?
En esos momentos, unos cinco años atrás, era común que bandas de delincuentes entraran a convenciones en los salones de los hoteles de renombre para robar equipo de cómputo y teléfonos celulares, entre otros dispositivos electrónicos de alto nivel de recompra. Tenían éxito, porque se parecían a los asistentes. En algunas ocasiones, eran grupos integrados solo por mujeres.
Hay un dicho que reza que “las apariencias engañan”, sin embargo, estamos más dispuestos a juzgar por lo que vemos desde nuestra mente que analizar si la imagen es real o no. Así decidimos qué está bien y qué no, de acuerdo a nuestra educación, entorno, y estigmas heredados.
Si la IA está diseñada por nosotros, ¿por qué no habríamos de heredarle nuestros gustos y rechazos?
Tal vez la buena noticia es que sin parámetros más exactos o una buena parte de diversidad, las plataformas serán tan imperfectas como nosotros.
Pero si aprenden a ser más flexibles, tolerantes y de un criterio amplio, es posible que logren entenderse, y entendernos, mejor que nosotros.
Por el momento, eso no ha sucedido y como en las mejores tramas de la ciencia ficción, a la Inteligencia Artificial le falten muchos elementos de la consciencia humana: la empatía, el cariño, la solidaridad y el sentido de pertenecia, entre otros.
Pronto lo sabremos, así que es importante poner límites y dejar los márgenes claros para que lo que llamamos Humanidad no se quede del lado de los programas informáticos y la frialdad binaria del nuestro.