El pasado martes se cumplió un año del asesinato de los sacerdotes jesuitas en la sierra tarahumara, en Chihuahua, Joaquín y Javier, y desde entonces el replique de las campanas por una mejor estrategia de seguridad y por la paz de nuestro país sigue sin hacer eco en Palacio Nacional.
La iglesia católica no solo ha hecho un llamado a la paz, sino que ha convocado a toda la sociedad mexicana a ser constructores de paz, y no solo eso, le ha ofrecido al gobierno federal trabajar en conjunto para reducir los episodios de violencia que cada día son más frecuentes y crueles.
Lamentablemente la respuesta que ha recibido la iglesia ha sido de desprecio, y hasta descalificaciones ha recibido, como es lo común desde el púlpito mañanero.
En entrevista radiofónica con Joaquín López Dóriga, escuché al padre Javier ‘Pato’ Ávila, lamentar que a un año de la trágica muerte de los sacerdotes jesuitas, el gobierno federal siga creyendo que el plan de seguridad está funcionando, “¿de veras creemos que la militarización está siendo un buen programa? Es obvio que esas decisiones no están funcionando, es patente”, dijo.
Sostuvo que pese a las cifras oficiales que dan cuenta de la violencia que azota el país y de los miles de desaparecidos, “es imposible entablar una conversación con el gobierno federal”.
El padre Ávila dijo que el crimen de los religiosos sigue “impune”, aunque el autor material haya sido asesinado; además de que la situación de violencia en esa zona de Chihuahua sigue igual.
La voz del padre Ávila es la de muchos sectores de nuestra sociedad, no solo de la iglesia católica, pues si bien también se han visto afectados por la violencia, han buscado ser eco de los más necesitados y de quienes el crimen organizado los ha desplazado de sus tierras, o bien, los ha asesinado por no cumplir con sus demandas.
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Este martes, el sonido de las campanas de todas las iglesias del país se unieron por la paz, el cese de la violencia y el cumplimiento de la justicia, que es lo que todas y todos queremos en nuestro país, independientemente, del credo o religión que profeses.
El llamado a la paz y a la tranquilidad en nuestras colonias, municipios, alcaldías, estados y país, debe convocarnos a todas y todos a seguir exigiendo una mejor estrategia de seguridad, no se trata de atacarnos unos a otros, se trata de sumar voluntades, de vernos como iguales y de no dividirnos.
La paz de México requiere del esfuerzo de todas y todos, de ser un solo país, así como lo hemos hecho en los sismos que nos han lastimado, en los huracanes e inundaciones o, en la pandemia. Juntos podremos construir la paz.