Cualquier decisión que se tome desde el gobierno cuando impacte en la ciudadanía y, además tenga que ver con la economía y las relaciones comerciales que tenemos con otros Estados, debe tener un trasfondo de justificación científica y no sólo en elementos políticos que fácilmente se pueden rebatir y, en caso de no tener la razón, generar un daño grave a la hacienda pública por las repercusiones que ello tiene.
Por otro lado, el tema del maíz y de cualquier alimento genéticamente modificado debe de ser revisado a fondo con elementos científicos que, a estas alturas, ya debe haber arrojado conclusiones certeras, ya que estas preocupaciones de salud respecto el impacto de estos productos en el ser humano, han sido cuestionados desde hace varias décadas, pero ello no implica que la decisión pueda ser arbitraria.
No podemos olvidar que el TMEC tiene clausulas arbitrales y la creación de paneles en el caso de que se susciten estas controversias, por lo que, lejos de ver estos escenarios como de confrontación, es un espacio ideal para que ambas partes lleguen a un acuerdo con sustento y pensando, más allá de las relaciones comerciales, en los millones de esos consumidores que tienen que allegarse de insumos para sobrevivir.
La creación de alimentos transgénicos o su fomento surge como una respuesta a la crisis alimentaria que vive el planeta, en donde el crecimiento exponencial de la población no permitía satisfacer las necesidades de cada vez un mayor número de personas, por lo que estos alimentos, con su fortaleza a las inclemencias, sus características nutricionales y, sobre todo, las cantidades, se convirtieron en una respuesta inmediata.
Pero una vez pasada esa emergencia era momento de revisar a fondo los efectos de algunos alimentos, granos sobre todo por su reiterado uso y por la capacidad de cobertura que tienen estos en el planeta. Lejos de creer que es un conflicto irreconciliable, este panel debe ser el inicio de una investigación profunda sobre el consumo que impacta a un pueblo mexicano que sigue teniendo a buena parte de su gente sumergida en la pobreza alimentaria.
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Sobre todo debemos tener en perspectiva lo más importante, además de la existencia de medidas arancelarias aplicadas a México por esta decisión, quien sufrirá más es el consumidor final.
En un país donde el consumo de maíz es prioritario y ante nuestra insuficiencia del mismo, los precios se encarecerán y se afectaran a millones de familia, por lo que es momento de actuar con seriedad y serenidad para no afectar a nuestra gente.