Para leer con:“Redbone”, de Childish Gambino
Existen muchas maneras de medir la vida. Hay quienes creen que el éxito se puede valorar con base en la eficiencia, en el time to market, en la practicidad operativa y tantos conceptos que apuntan a tomar atajos en el curso natural del estar, sea para ocupar una posición competitiva o por temor a quedar fuera del reflector, lo que en el socorrido mundo de las tendencias le llaman “Fomo”.
Fomo es una horrible palabra para el acrónimo Fear of Missing Out, que señala el temor a quedar fuera del mame, del tren, del chiste de ocasión o de la nota que todo mundo habla.
La prisa por compartir signos culturales solo con la intención de encajar es la premisa de la pregunta: ¿eres, estás o pareces?
¿Quién engaña a quién?
La calidad de la atención que se aplica sobre el momento es el centro del asunto: sentirse y saberse consciente de lo que sucede, notar la gravedad de la fuerza y mantener a raya la inercia —la dictadura— de la distracción, es lo que se entiende por, en serio, estar.
Adoradores de una prisa con la que no da tiempo de estar —mucho menos, tiempo de ser—, hemos fundado y perfeccionado un culto a la anestesia: todo hace pensar que estamos ahí, el cuerpo parece constatarlo, pero solo un detalle: la mente se ha fugado.
Algunos comerciantes del Siglo XVI ilustran esta conducta con un juego lingüístico. Cuando se pasaban de vivos ofreciendo carne de gato como si se tratara de un ejemplar más exótico y caro, entregaron, no solo gato por liebre, sino la frase «dar el gatazo». Engañar. Parecer, no ser. O por lo menos, hacer que se está.
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Damos el gatazo de estar en tiempo presente. Lo peor: los engañados terminamos siendo nosotros.
¿Y para qué todo esto?
Poco se habla de la contundencia que da el habitar el momento porque poco importa o poco se practica. Estar es mucho más que no hacer nada. Es reconocer el instante, su inicio, estabilidad y conclusión con un sentido de propósito y con atención a cualquier pensamiento que pueda secuestrar esta acción.
Estar comiendo significa —en este contexto— solo estar comiendo. Estar leyendo supone estar leyendo —y no estar imaginando, recordando, padeciendo o cavilando—. Solo estar es asumir el rol de captar el momento presente y saturarlo con atención.
Pero hoy esta propuesta puede parecer primitiva y poco atractiva para una dinámica eficiente, ágil y productiva. Hasta que se cuestiona la naturaleza de lo que se produce y se busca el último «para qué».