Más que hablar de cumplimientos o incumplimientos debemos dejar claro que hay un camino prospero a un desarrollo de infraestructura que no habíamos tenido en un buen tiempo, además para cerrar el círculo de evaluación es fundamental con el cumplimiento de los indicadores y metas trazadas para todas y cada una de las obras que se han desarrollado con la firme intención de mejorar lo corregible y potenciar aquello que ha salido bien.
El caso particular del Tren Maya fue objeto de señalamientos que no fueron sostenibles y, por el contrario, se hicieron eco de las peticiones para ir mejorando el proyecto y respetando en la mayor medida el desarrollo sostenible y el ecosistema.
No debemos pasar por alto que, en sí misma, la noción de un tren en esa región implicaría sacrificar algunos aspectos naturales que, de inmediato, fueron cubiertos en esa o en otras zonas.
Además, esa obra es el símbolo del abandono del que había sido objeto el sureste del país, no sólo en infraestructura, sino también en empleos y desarrollo en general, por lo que habría que preguntar a las y los habitantes de la zona la opinión que tienen al respecto y, con toda seguridad, veremos que lo considerarán una excelente oportunidad para crecer en lo económico y en la cultura, ya que si hay entidades que están orgullosas de sus raíces son las del sur mexicano.
Prácticamente todas las obras se han concluido y resta por hacer el análisis de su funcionamiento, derrama económica, desarrollo, impacto ambiental y turismo potenciado por lo hermoso que puede ser un paseo por el tren en una de las regiones naturales más alabadas en el mundo entero como maravilla natural.
Insistimos, no se trata de hacer una lista de lo cumplido y lo que no, sino un análisis profundo del rumbo que ha tomado el país en los últimos años y podremos observar que vamos en la ruta adecuada, sin embargo, falta mucho por hacer para lograr que el pueblo de México obtenga una estabilidad política, económica y social que habíamos perdido por muchas desventajas que habíamos vivido.