Opinión

Decidiendo si un evento traumático destruye o saca a flote lo mejor de tus recursos personales

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Foto: (Especial)

Por Elena Portas Pastrana

Entrar al juego de la vida, incluye necesariamente un par de paradas en algunas situaciones traumáticas en las que dudamos si aún nos quedan vidas para seguir jugando y pasar al siguiente nivel o ahora sí escuchamos el tan temido game over.

En estas ocasiones la historia suele comenzar un día cualquiera en el que, sin avisar, un desastre natural, algún delincuente, un accidente, una enfermedad o cualquier otra situación cambia por completo la historia dejando al desnudo nuestra vulnerabilidad y robándonos toda certeza sobre lo que puede suceder en nuestras vidas o las vidas de quienes amamos. Después del desconcierto inicial e identificar las pérdidas, comienza el trabajo fino, aquel en el que podemos decidir qué hacer con los fragmentos que dejó el desastre. Lo que podamos hacer por la reconstrucción suele ser atemporal ya que pone en el mismo espacio los recursos obtenidos en el pasado, los fragmentos que se pueden recuperar en el presente y lo que nuestra mente es capaz de imaginar en nuestro futuro.

Nos encontramos entonces en una Y, con la oportunidad de decidir, si tomamos un extremo podemos hundirnos en el trauma de haber sido despojados de nuestro bienestar, si tomamos el otro podemos encontrar la oportunidad de experimentar una transformación que nos lleve a volvernos más fuertes, más sabios, mejores seres humanos.

Así como la de todos ustedes una de mis historias comenzó una tarde a las 19:00, un par de bandidos nos encañonó a mi familia y a mí a mitad de la nada en la carretera. Las dos horas de camino se volvieron eternas y solo mantenía la esperanza el que no nos hubieran quitado la vida. Los días que siguieron fueron interminables, sin la INE uno no es nadie, no hay posibilidad de ir a los bancos, sacar celulares ni tramitar ningún tipo de documento. Así, despojados de toda posesión, sin posibilidad de recuperar nada de lo perdido, nos dimos cuenta en la desnudez de toda vulnerabilidad de la riqueza de nuestra vida, solo así pudimos descubrir:

  • Que el amor de la familia está por encima de cualquier carencia emocional. Siempre hay alguien que te apoya cuando parece imposible conseguir ningún recurso.
  • Que teníamos amigos donde jamás imaginamos, estaban al pendiente de nuestras vidas y acudieron a ofrecer ayuda sin pedirlo cuando supieron que los necesitábamos.
  • Que lo material se repone con el tiempo, pero la vida no se puede reponer jamás, dimos gracias como nunca por el placer de estar vivos.
  • Que con objetos que alguna vez habíamos comprado para un proyecto familiar podíamos obtener recursos suficientes para sobrevivir e incluso lograr tener una marca registrada oficialmente.
  • Que saber separar los bienes materiales para no perder todo de golpe es una habilidad sumamente útil.
  • Que hay personas que no logran comprender la complejidad de una experiencia de tal magnitud: los servidores públicos siguen a un sistema que revictimiza, algunos patrones, amigos o conocidos desean que te sientas bien de inmediato y te piden pruebas que les demuestren tu “fortaleza”.

Desearía poder ofrecerte una vacuna contra una crisis traumática de vida, sin embargo, se bien que para cualquiera de nosotros siempre está una posibilidad acechando y llegará en el momento que menos lo esperemos, es por ello que nuestro trabajo profesional está enfocado a apoyarte a transformar tu evento traumático para que recuperes el bienestar y obtengas el mayor aprendizaje de la experiencia que te ha tocado vivir.

C7 Salud Mental

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