No, ello es un indicativo que todas y todos estamos comprometidos con reducir los índices de violencia que imperan en el país ya que, si bien existen datos precisos de la disminución de la criminalidad en todo el territorio del país, la baja ha sido tan marginal después de décadas de escalada que diversos sectores de la sociedad tratan de hacer lo que esté en sus manos para generar una especia de tranquilidad consensuada en aquellas regiones donde la delincuencia ha perpetrado en todas las esferas sociales.
Desde luego, no existe tal ausencia de gobierno porque, como nunca antes, se han desplegado fuerzas federales tanto civiles como militares a fin de hacer frente al mayor flagelo de la actualidad en el país y que, para su combate no basta con la fuerza institucionalizada para acabar de raíz el problema, por el contrario, es una necesidad el pensar a mediano y a largo plazo teniendo como centro a las nuevas generaciones para debilitar de fondo las estructuras criminales.
Para nadie es un secreto que los grupos de delincuencia organizada forman parte e intervienen en procesos sociales como un producto de momentos históricos en los que se abandonó a la sociedad, se preocupaba más por producir a través de la explotación y se dejó de privilegiar una educación basada en valores de conciencia y apoyo mutuo, de tal manera que las oportunidades de vida digna se esfumaron y eso orillaba a las personas a engrosar las filas de la criminalidad.
Los miembros del clero, queramos o no, juegan un papel preponderante en muchas ciudades en que las costumbres religiosas están arraigadas y sirven para unir a las personas sin importar a lo que se dediquen, de tal manera que la influencia de los obispos en diversos estados de la República es una vía para conciliar y entender que en este país se requiere de todos con todo su esfuerzo para salir de esta grave crisis.
No, no es ausencia de gobierno, son iniciativas sociales que buscan apuntalar las decisiones gubernamentales con base en una reconstrucción del tejido social no por medio de una negociación, sino de entendimiento para priorizar lo verdaderamente importante para el pueblo de México más allá de egoísmos y uso político de la violencia.