Riqueza

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Foto: (Getty Images)

Los viejos libros de contabilidad están divididos en dos columnas que separan los ingresos de los egresos. El balance entre lo que se tiene y lo que se gasta demuestra la salud de cualquier empresa o negocio, sin importar su tamaño.

La vida parece comportarse de manera similar. Todos los días sumamos o restamos lo que en realidad es nuestro patrimonio real: los afectos, la salud, los amigos, la familia, los momentos que recordamos de cuando en cuando, porque fueron importantes en nuestra historia.

El ejercicio es sencillo: dibujemos una línea en medio de una hoja de papel y escribamos del lado izquierdo el “debe”, que no es otra cosa que lo que no tenemos para estar mejor; y del lado derecho, “el haber”, que son esos valores de vida que nos deben dar sentido.

¿Gozamos de un buen estado de salud? Eso es un activo y es parte del patrimonio personal que impacta positivamente en todos los que conviven con nosotros. ¿No estamos tan sanos como podríamos estarlo? Eso es un pasivo (y uno grande) que nos perjudica.

Igual que se hace cuando tenemos un balance negativo contable, debemos pasar el “debe” al “haber” y hacer lo que nos toca para que nuestro patrimonio de valores y principios crezca. Esa es la verdadera riqueza.

Para quienes pensamos que nuestros hábitos, vicios y malos comportamientos son una demostración de nuestro libre albedrío y de nuestro carácter, tristemente, nos equivocamos. Gastarnos la salud, los principios o el apoyo de los seres queridos es la peor inversión que podemos hacer, además de la menos inteligente.

¿Pensamos que no nos hace falta nadie más? Bueno, los últimos estudios científicos alertan sobre una epidemia creciente en el mundo: la soledad y sus efectos en todo nuestro entorno. Resulta que somos una especie diseñada para vivir en comunidad y no hacerlo puede traer consecuencias graves en la supervivencia general. Es decir, nuestro futuro depende de que estemos unidos.

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La tecnología, el individualismo, una deficiente percepción del éxito, nos ha hecho gastar de más y nos provoca un déficit moral y social que debemos frenar juntos. Fue la constante de una época que ya cambió; por eso necesitamos otra contabilidad moral.

Las causas de los problemas que más nos afectan están en la falta de organización social y en la colaboración que debemos procurarnos para ser una sociedad rica en valores y principios, que tenga una deuda mínima de lo malo que nosotros mismos nos procuramos.

Enfocarnos en construir el tejido social suficiente para que nadie esté aislado es una de las claves para la siguiente etapa de nuestra historia moderna. Combatir la soledad es una asignatura que nos debe motivar a participar para que esos principios que aseguramos perdidos, se arraiguen. Lo mismo con los valores que inculcamos, pero podríamos no estar practicando, porque la desconfianza es nuestra moneda de cambio corriente.

Si la dimensión social de una comunidad está en su reserva moral, entonces practicar los mejores comportamientos son el ejercicio de todo lo bueno que aprendimos de las personas que fueron determinantes en nuestra formación.

El mejor homenaje a quienes nos educaron correctamente es aplicar lo que nos enseñaron sobre la ética y la justicia. El mejor legado a los que vienen es convertirnos en referente y en ejemplo de que somos capaces de mejorar con los años. De producir capital moral para una sociedad unida y solidaria que tenga en sus haberes suficientes fondos para saldar, de una vez y por todas, los adeudos que tanto daño nos hicieron en el pasado. Es cosa de hacer un balance todos los días.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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