Adrián Rubalcava, flamante director del Metro capitalino, fue visto este martes muy quitado de la pena paseando por una plaza en Santa Fe. Pero lo que llamó la atención no fue su outfit ni su ruta de compras, sino el escuadrón de siete guaruras que lo escoltaban como si fuera jefe de Estado… o estrella de narcoserie. ¿Será que ahora dirigir el Metro requiere protección digna de película?
Porque ni la presidenta Claudia Sheinbaum anda con tanto resguardo, y eso que a ella le toca más presión que a un vagón en Tacuba a las 7 de la mañana. La pregunta no es solo quién lo protege, sino quién lo paga. ¿Será cargo al erario? ¿A alguna partida “operativa”? ¿O de su bolsa?
Porque si ahora hay que blindar con seguridad especial a quienes se encargan del transporte público, más vale ir preguntando cuánto costará cada nombramiento de aquí a fin de sexenio. Y ojo, no es menor: si un director necesita siete escoltas para ir de shopping, ¿qué mensaje se manda a los millones que se suben al Metro todos los días sin más escudo que su mochila y su paciencia?
Andrea Chávez, la senadora de Chihuahua, ahora anda en Washington D.C., lista para “defender la dignidad de los paisanos” como si fuera una mezcla de cónsul, activista y embajadora plenipotenciaria. Con una foto madrugadora y el pecho inflado de compromiso, soltó: “Despertamos en Washington, con toda la energía y el compromiso para seguir defendiendo los intereses y la dignidad de nuestros amados paisanos en EE.UU.”
Nada mal para alguien que, hasta hace poco, se peleaba con medio gabinete por las sillas de campaña. Pero ahora, vestida de justiciera fiscal, la joven funcionaria ya levantó la mano contra el polémico impuesto a las remesas.