Alejo Sánchez, alcalde de Tolimán, Querétaro, dice que no es Rolex… pero el lujo sí se nota. El presidente municipal —impulsado por el PVEM— quiso apagar rumores, pero terminó encendiendo más preguntas. Todo empezó cuando presumió en público un reloj que, según él, fue regalo de unos estudiantes. “Pueden ver la marca, estará disponible para que lo corroboren”, dijo, tras ser señalado por llevar un supuesto Rolex.
Pero más allá de la marca, lo que sigue brincando es la imagen: un edil con reloj vistoso, sueldo de más de 100 mil pesos mensuales —según medios locales, por encima de otros alcaldes de la entidad— y al frente de un municipio donde la mayoría vive en condiciones de pobreza. ¿Dónde quedó eso de “no puede haber gobierno rico con pueblo pobre”?
Aunque el alcalde jura que el reloj no es de lujo, las críticas siguen. Porque una cosa es aclarar si es o no un Rolex, y otra muy distinta es el símbolo de exceso que representa para muchos ciudadanos ver a sus gobernantes luciendo accesorios caros mientras su comunidad batalla con servicios básicos.
Y bueno, si según el discurso oficial ya no hay pobres porque “las ayudas llegan”, ¿eso significa que ahora sí se vale mostrar relojes elegantes sin culpa? O al menos eso parece pensar más de un político mexicano.
Diego Rivera, alcalde de Tequila, se deslindó públicamente de la detención del camarógrafo Jorge Alberto García Rodríguez, quien fue asegurado por policías municipales mientras desempeñaba su labor informativa en la vía pública, hecho viral en redes.
El funcionario aseguró que su administración no ordenó dicha acción y que, por el contrario, solicitó su liberación inmediata tras enterarse del hecho.